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La Reina Regente, motu proprio, ó aconsejada, dió
satisfacción con las dos destituciones, Pero, ¿era la
caridad la que la movía? L a Reina y el Gobierno lo
que tenían era mucho miedo al cólera y deseo de sal­
var su responsabilidad á la faz de Europa,
Casada en segundas nupcias antes de los tres meses
de la muerte de Fernando VII, huyó en el mismo día á
Aranjuez, y corriendo ya el séptimo mes de esta segunda
luna de miel, ní un solo día se privó de ella para
venir á h Corte. De allí salió para la Granja, pasando
por Leganés, cuando, noticiosa de que el cólera diezmaba
poblaciones andaluzas, supo que había casos en
Mora y otros pueblos de esta provincia. Y a en la Gran­
ja, se acordonó y dispuso de modo que nada alterase su
vida regalada al lado de su joven y amante esposo. Un
día la atrajeron á Madrid las Cortes, pero sin hacer noche
se volvió á San Ildefonso.
La Junta general de Beneficencia, el Consejo de Sanidad
y el Colegio de Medicina, en todas sus clases,
desde los de la Real Cámara, los del Ejército, los de
los Hospitales y los de visita particular, todos, dígase
para gloria suya, que de justicia la merecen, trabajaron
de modo que da gusto leer sus múltiples trabajos é in­
cansables esfuerzos para aminorar los estragos del contagio
(i). Pero hasta fin de aquel mes, sobre todo hasta
«1 día 25 ó 26, murieron á centenares.
Y ¡claro! en la clase numerosa de los pobres, queda­
(1) Es incomparable la documentación, extraordinaria la riqueza
de datos y curiosísimo el examen de todo lo hecho contra
*1 cólera de 1834 en Madrid. Pero en veintidós años que llevados
en el Archivo, no recordamos que médico ninguno los haya
examinado.