1 - DSpace CEU

Pues aún hubo más. Se dió orden de entregar el expediente
á quien tenía interés directo de que desapareciera,
y esto sí que nos llenó de amargura, como dijimos
al principio de estas páginas.
Como oro en paño conservábamos copia de nuestra
renuncia, por si llegaba ocasión como la presente. Habíase
cuidado de no copiarla en el acta para borrar su
huella, y sospechando su desaparición, hicimos pedir
copia autorizada de ella, contestándose que no existía
en Secretaría. Con tan penosa convicción, ¿á quién
mostraríamos nuestra copia? No estando registrada en
parte alguna, ¿no resultaría para cualquiera una superchería,
un papel mojado? Siendo oficial, resultaba d ocumento
honrosísimo; no siéndolo, una ridiculez.
Fuimos á Secretaría; indicamos el oficial que llevó el
expediente á las órdenes del Alcalde; compareció; le
interrogamos; si quedó el expediente en el Negociado; '
si lo envió al Archivo.
— Se nos dió orden— respondió Jacinto Carrillo,— de
entregarlo al interesado; ¿qué habíamos de hacer?
Volamos á San Bernardino donde quedó copiada,
^.... el libro Registro de salidas de documentos oficiales
había desaparecido también.
El recuerdo de aquella orden urgente de entrega de
los papeles del Asilo, nos hizo exclamar contra el A lcalde,
contra el Comisario y contra el Ayuntamiento,
¿por qué vendríamos aquí^
Diez años más tarde, ya Archivero, un oficial que enlegajaba
papeles del Negociado de Beneficencia:
Aquí hay un expediente que le interesa á usted,
Archivero— dijo.