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E P IS O D IO S.... L IB E R A L E S F E R N A N D O V i l Y L A CONSTITUCION D E CÁDIZ Juramento libre y espontáneo qut hace S. M . á la c o s a aquella t i g de Marto de i 8ao. A N D A N D O M.—¿Cuántas cosas son precisas para jurar? D .—T res: verdad, justicia y necesidad. fA ttele, R ip a ld a y todos ios matstras dt la doctrina cristiana.) — ¿Por dónde empezamos? — Por donde hemos empezado; por donde empieza el P. Astete, por la señal de la Cruz. Con ella sobre nuestra cabeza, y postrados á sus pies para rendirle la más absoluta adoración, emprendemos el camino que hemos de recorrer, y formulando pri mero nuestro propósito en las más breves palabras. En este propósito se encierran cinco cosas, las dos primeras implícitamente, y explícitas las otras tres. Las implícitas, claro está, se quedan en nuestro co-
azón, manent in pectore-, impulsándolo á que desarrolle las explícitas: sorx el agua, mejor, el vapor de la locomotora que empuja los émbolos para mover las palancas que voltean ejes y ruedas, y de allí el movimiento y arrastre. Veis el penacho de hum o, oís el silbido, admiráis el movimiento y hacéis el viaje sin ver el agua de la caldera ó el vapor de los tubos. Pero confesáis su necesidad. Pues también nosotros necesitamos de cierto vapor para hacer este corto viaje del Juramento rotulado, porque sin él sería imposible emprenderlo, y, emprendido, llegar al fin sin descarrilar. ¿Te interesa, lector, conocer nuestro móvil? ¿Quieres, curioso, conocer el misterioso vapor que nos impulsa? No puede ser: viajamos de incógnito; respeta nuestra intención, que es buena. En fin, escucha, pero no lo digas: hay allá, en el Oriente, un montecillo, el más famoso de los montes y el más venerado de los hombres; si á él alzamos la mirada, vemos un. Muerto, dentro de cuyo pecho hay una R e l iq u ia.....y al fin de este año hay una fecha, cuyo recuerdo..... Aquella R e l iq u ia y este recuerdo-^ agitando mi alma, son el vapor que mueve mi brazo para que la mano tome la pluma que, rasgo tras rasgo, trace el itinerario hasta la altura desde la que v e a s, á vista de pájaro, el Juramento Ubre y espontáneo que prestó Fernando VII á la Constitución de Cádiz el 9 de Marzo de 1820.
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Se le buscó y no se le halló, ave
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— Y los confesores anteriores, ¿
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— ¿Pero usted no quiere á sus p
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— 194 — hacían el bien y buena
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ción aquel hombre, de cuya santida
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era regla de vida y ley obligatoria
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ciamos el cargo, por lo que algunos
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hablar al Sr. Luna en la forma que
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esolverlo con su prudencia y sabidu
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na mandò que los porteros del Ayun
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Claro, otro carpetazo. Pero el Abog
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esultó la carabina de Ambrosio; en
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lico, sino que dando rienda suelta
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Mil enhorabuenas, pues, por su prec
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