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Ayuntamiento de i 6 de este mes d igual solicitud d e l
interesado.*
De manera, lector paciente, que ya estarás conven­
cido de que todos tienen empeño en que no se certifique
lo que ocurrió el día 9. Porque demasiado clara habrás
oído la voz del Jues Político, el Sr. de la Casa de R ubianes,
que también contesta desde su alto sillón al in­
culto abogado de Málaga: «tampoco desde aquí se oyeee
(i)». Con lo que se demuestra que el Ayuntamiento
de 1814 es el mismo de 1820, sólo que las circunstancias
han cambiado con la entrada en Madrid del Conde
de Abisval, con el estremecimiento miedoso del Rey,
y con que ya hoy no disimulan, como disimulaban hace
seis años, lo que llevaban dentro. Y a el R ey es suyo.
Ciego debe de estar quien no lo vea. Ha llegado su
hora. Ellos, los enemigos del Rey, están en el Poder;
S. M. es su juguete, pero tienen el empeño de ocultar
los medios ruines de su encumbramiento. ¿ L o conse­
guirán?
D. Juan Nepomuceno, ó era aragonés, ó hijo de ara­
goneses, ó, por lo menos, de vizcaínos. ¡Señores, con el
hombre y su pesadilla por la certiñcación de sus servicios
del 9 de Marzo para que triunfase la Constitución
de 1812!
31. Visto que aquellos, que él hizo personajes, echa­
ron al cesto sus instancias, y que el Sr. J u es Político le
(l) E l pobre leguleyo no se acordaba, sin duda, de que e l
Jefe Político era director de aquella orquesta formada el día 9,
que desafinaba echando a l cesto su s memoriales, pero que
hacía aquellos desentonos obedeciendo la batuta de otro director
oculto, cabeza de todos ellos.