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gidores de Madrid. T an acordes habían estado los dos
en esta vergonzosa demanda de la reina. Y el rey se
lo concedió en Real orden de 2 de Junio siguiente.
Por cierto, que el Ayuntamiento, verdadero autor
del hecho vergonzoso relatado, demostró bien claro
preferir al ministro Garay que se lo aprobaba, á L ozano,
que parecía el confidente de la reina.
Concedido que fué, eran los derechos de los títulos:
Media Anata, certificación, copia, etc., 2.918 reales. Y
S. E., que lo había pedido al rey, se excusó con la po­
breza de su erario para pagar estos derechos, y, ne­
gándose á hacerlo con Lozano, acordó descontar de
su bolsillo cada regidor la parte que le tocase en obsequio
de Garay. ¿Serían groseros aquellos tíos? Pues pagaron
32 de ellos 91 reales y 6 maravedises cada uno,
QQe suman los 2.918 reales. L a toma de razón costaba
reales y la propina del portero 8, total 20, que le
perdonaron á Garay y cobraron á Lozano. De manera,
que saldría corrido el ministro de Gracia y Justicia.
¡Cómo hubiera gozado con esto Lafuente!
En el mismo expediente, y fundado en los servicias
dt Madrid, el día 29 de Julio le concedió Fernando VII
®1 título de heroica en grado superlativo, y le costó el
título de la heroicidad superlativa 326 reales, 81,50 pe­
setas (i) y... los regalos.
“Hallándose la virtuosa y amable Isabel en altos
^eses de su segundo embarazo, un ataque de alferecía
envió súbitamente al sepulcro (26 Diciembre 1818),
(1) Archivo: 2 — 403— 36.