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lacio p de Marzo ds 1820.— (Está rubricado).— Zí?
que participo d V. E . para su noticia, y d f in de
que en el dia de mañana acuda d las diez d la Casa
del Ayuntamiento d tomar posesion de su destino.—
Dios, etc.— Palacio 9 de M arzo de 1820.— José García
de la Torre.— A l Sr. de Rubianes.— L o traslado
á y. E. para su conocimiento, en inteligencia de que
concurriré d las Casas Consistoriales d tomar posesion
d la hora señalada.— Dios. etc.— M adrid 10 de Marzo
de 1820.— E l Señor de la Casa de Rubianes.— (Rubricado).—
Ayuntamiento Constitucional de Madrid.*
Dos cosas son de notar en el primer escrito de «El
Señor de la Casa de Rubianes », inocentes en circunstancias
normales, cuando hay buena fe en el cumplimiento
del deber, y nobleza en el respeto debido á las
personas. El Rey ha dicho al elegirlo para Jefe Político
que las presentes son extraordinarias. Claro está que
han nacido del grito traicionero de las Cabezas de San
Juan, que, si extinguido ya por la indiferencia de las
gentes, era sólo un estigma para los que lo dieron, re-
iiovado ahora por traidor más calificado que el comandante
Riego y que el teniente coronel Q uiroga, pues
el Conde del Abisval era teniente general, y caballero
por el hecho de haber castigado antes á los que dieron
grito que ahora da él en esas circunstancias extra-
en que toda felonía es cosa corriente; se
hace muy creíble que la omisión del «D. g.» al nom­
brar al Rey y la de la «Real mano* en «está rubricado»,
sean dos muecas hechas á la Autoridad Real y dos
guiños á los compadres, para que empiecen á saborear
los frutos del compadrazgo.
Mas no compadezcamos por eso á Fernando V II,