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de la honradez de los asilados? Que dirá ella: ¿no será
la honradez lo primero que se exigirá al pobre para
ser admitido?
El 5 de Julio, sí recordamos bien, de 1877 se avisó
á las diez de la mañana que aquella tarde iba al Asilo
S. M. D. Alfonso XII. Momentos antes del aviso se nos
había llamado para reducir á la obediencia á un ex-
presídiario, que no sólo se habla negado á barrer, sino
que había amenazado hacer la segunda. prim era
había sido matar á un sargento, de paisano, en una
taberna de la calle de la Palma, que pagó con sus catorce
ó veinte años de presidio. Y o no he venido aquí
á trabajar— decía el hombre. Y se puso á barrer, cuando,
previniéndole que no contestara, oyó; «O barre
usted ó le encierro en el calabozo y no sale de él hasta
que eche tallos como las patatas. >
¿Verdad que era poco honrosa y menos agradable
aquella escena? Pues tuvimos que sufrirla, so pena de
vivir á merced de los caprichos de un bandido, que el
Ayuntamiento, ó mejor un concejal, había acogido
bajo su amparo, y puesto al de nuestra dirección.
Don José Carranza y Valle había renunciado la con­
cejalía, y el Comisario, cuando la visita regia, era... no
era para aquello.
A él y al Marqués de Torneros, que vinieron con
tiempo para recibir al Rey, les conté la escena de la
TOañana, para probarles que en toda España no se encontraría
Casa de Beneñcencia tan abominable como el
primer Asilo.
— Que lo llamen, que baje aquí, al patio; vamos á
Conocerlo.