Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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102<br />
paseo... y en uno de éstos, yo, que desespero al fin de hallar al grupo de mi gente, que<br />
busco nada más algo con traza de aceptable fonda, hágole parar ante una verja que muestra<br />
detrás de la arboleda un palacete y encima este letrero repetido en dos faroles y en el arco:<br />
A<br />
LEXANDRA HOTEL<br />
No me ha engañado, en cuanto a confort, su risueña perspectiva. El piso bajo, dividido en<br />
tres salones, tiene un comedor grande y fresco.<br />
Temprano aún; nadie está en las mesas. Forman tertulias y leen periódicos los huéspedes,<br />
en las otras dos salas del fondo. <strong>Al</strong>muerzo. Mi hábito del barco tiéneme con hambre. Los<br />
pankás no cesan de abanicar, sobre mi cabeza. Como frutas, especialmente bananas, piña,<br />
chirimoya... Paso luego a tornar el café en la tertulia.<br />
Acomodado en el hueco de una ventana, miro a dos señoritas y un caballero que juegan al<br />
billar. Tantas veces como ellas tienen que estirarse un poco sobre la pequeña mesa, enseñan<br />
las pantorrillas con una casta despreocupación que me recuerda a Lucía. Serán estas<br />
inglesas<br />
elegantes... pero ¡oh! no son guapas... como Lucía, que lo reúne todo, como Pura, como<br />
Aurora, como Sarah... ¡como estas cingalesas ideales! Una acaba de cruzar el jardín.<br />
De éste, llegan rubias damas, señores solos, o parejas, paseando.<br />
Todo un parque, todo un bosque. Oigo pequeños disparos y creo entrever por el ramaje un<br />
tiro al blanco. Como hay también veladorcillos fuera, indícole al negro camarero, cuando<br />
llega con la taza, que me sirva en los jardines.<br />
Quedo instalado en una especie de enorme glorieta cenador abovedada de follaje, a cuya<br />
sombra una familia inglesa distráese tirando con carabina de salón contra cascarones de<br />
huevo que danzan en surtidores de agua. Un cerco de sillas y veladorcitos los rodea, al<br />
borde de los troncos. Entre algunos de éstos se ven hamacas, y desde una contempla el tiro<br />
una miss.<br />
Pocos estacionan en las sillas. Van desfilando al edificio, bien porque se les acerca la hora<br />
del almuerzo, ya por que la brisa ha cesado y el calor es bochornoso aun en la tupida