11.05.2013 Views

Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

72<br />

¡Oh portento!... es el hombre de las indagaciones. Hay a bordo incluso apartments garnies<br />

todo reservados para el amor. Su diablo de mareo, que le va quitando las conquistas,<br />

primero Pura, luego Aurora, le sirve al menos, mal que bien administrado, para observar y<br />

resarcirse como puede. Me ha traído, seis más acá del nuestro, ante un camarote de<br />

preferencia que nadie ocupa, ancho, lujoso, con dorada cama. Él tiene un llavín que lo abre.<br />

¿Por qué lo tiene?... secretos de tanto o cuánto toma a un camarero, al mayordomo... Se<br />

guarda de abrirlo y limitase a decirme enseñándome el llavín:<br />

-¡A su disposición, mi amigo! A usted le luce más... ¡no se marea!<br />

¡Oh! me inmuto. Habrá pensado que Lucía...<br />

Siento impulso de hablar, sincerándola; pero advierto la imprudencia de nombrarla ni<br />

aludirla. Además, él pasa a su asunto:<br />

-¿Ve usted?... éste, ése, aquél: son los tres de preferencia de esta banda; usted lo sabe...<br />

¿eh? van desocupados... Mas, ¿por qué, entonces, vi una mañana, al pasar, que hacía la<br />

camarera la cama, en el 15?... A la segunda vez que me ocurrió lo mismo, entré, como por<br />

verlo... Entre las sábanas descubrí... ¡ah! ¡uf!<br />

-¿Qué descubrió?<br />

-Ah, horquillas, querido!... ésta entre otras.<br />

Sacándola del bolsillo, me la muestra.<br />

Una horquilla de concha, corrida en su curva por una metálica cintita en espiral.<br />

-Pero vámonos de aquí -añade con misterio-. ¿Es imprudente, verdad?<br />

Y después de tirar de mí, corredor adelante, hacia la proa, donde me detiene junto al jaulón<br />

de los pavos, como mirando al mar, me da un susini, encendemos, y sigue:<br />

-Comprenderá que era un encuentro precioso: algo más que el hilo de la intriga... ¿a quién<br />

pertenecía la horquilla?... Yo he advertido que mi zapatero de San Sebastián, siempre que<br />

me encontraba, me miraba las botas...; pues, yo he estado convertido algunos días en<br />

peluquero, mirándolos peinados... Estas horquillas se usan por pares, por juegos de cuatro,<br />

de seis... Un día llegué a sospechar que fuesen de Charo... Otro, ¡ah, la misma espiral<br />

metálica!... Y no dudé más... ¡de Lucía!<br />

-De...¡ella!<br />

El asombro me trastorna.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!