Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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¡Oh portento!... es el hombre de las indagaciones. Hay a bordo incluso apartments garnies<br />
todo reservados para el amor. Su diablo de mareo, que le va quitando las conquistas,<br />
primero Pura, luego Aurora, le sirve al menos, mal que bien administrado, para observar y<br />
resarcirse como puede. Me ha traído, seis más acá del nuestro, ante un camarote de<br />
preferencia que nadie ocupa, ancho, lujoso, con dorada cama. Él tiene un llavín que lo abre.<br />
¿Por qué lo tiene?... secretos de tanto o cuánto toma a un camarero, al mayordomo... Se<br />
guarda de abrirlo y limitase a decirme enseñándome el llavín:<br />
-¡A su disposición, mi amigo! A usted le luce más... ¡no se marea!<br />
¡Oh! me inmuto. Habrá pensado que Lucía...<br />
Siento impulso de hablar, sincerándola; pero advierto la imprudencia de nombrarla ni<br />
aludirla. Además, él pasa a su asunto:<br />
-¿Ve usted?... éste, ése, aquél: son los tres de preferencia de esta banda; usted lo sabe...<br />
¿eh? van desocupados... Mas, ¿por qué, entonces, vi una mañana, al pasar, que hacía la<br />
camarera la cama, en el 15?... A la segunda vez que me ocurrió lo mismo, entré, como por<br />
verlo... Entre las sábanas descubrí... ¡ah! ¡uf!<br />
-¿Qué descubrió?<br />
-Ah, horquillas, querido!... ésta entre otras.<br />
Sacándola del bolsillo, me la muestra.<br />
Una horquilla de concha, corrida en su curva por una metálica cintita en espiral.<br />
-Pero vámonos de aquí -añade con misterio-. ¿Es imprudente, verdad?<br />
Y después de tirar de mí, corredor adelante, hacia la proa, donde me detiene junto al jaulón<br />
de los pavos, como mirando al mar, me da un susini, encendemos, y sigue:<br />
-Comprenderá que era un encuentro precioso: algo más que el hilo de la intriga... ¿a quién<br />
pertenecía la horquilla?... Yo he advertido que mi zapatero de San Sebastián, siempre que<br />
me encontraba, me miraba las botas...; pues, yo he estado convertido algunos días en<br />
peluquero, mirándolos peinados... Estas horquillas se usan por pares, por juegos de cuatro,<br />
de seis... Un día llegué a sospechar que fuesen de Charo... Otro, ¡ah, la misma espiral<br />
metálica!... Y no dudé más... ¡de Lucía!<br />
-De...¡ella!<br />
El asombro me trastorna.