Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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113<br />
-¿A qué hora se acuesta entonces?<br />
-A las diez. Ya lo ve..., es decir, ya hubiera podido verlo... anoche... si en mí reparase<br />
nadie... Cuando acabó el ensayo, quedeme en la saleta..., durmiendo... hasta que bajó<br />
mamá. Igual que siempre.<br />
-¿Hábito suyo?<br />
-¡De... niña! Es la hora a que los niños se acuestan.<br />
-¡Oh, Sarah!<br />
Calla, arráncase la anémona del pecho; la huele, la rompen sus dedos, la tira...; vémosla<br />
también marchar como en busca del paquete de cigarros.<br />
En seguida, dice:<br />
-Hábito mío... del barco. Es ventaja que tenemos las chiquillas..., podemos hacer cuanto nos<br />
place. Ustedes, Lucía también, adoran al sol cuando se pone...; yo al salir... Subo, cada día.<br />
Tengo sola también mis oraciones. Son gustos. A mí me encanta la soledad... ¡señor<br />
Serván!<br />
Va pronunciando todo muy despacio. Me da miedo. Su boca tiembla, sus manos tiemblan.<br />
Veo inmenso, feroz, el odio de sus ojos.<br />
-Ustedes -continúa-, no saben de mí... ¡Sarita!... cuando yo me sentaba de tertulia... ah, los<br />
chiquillos!... Ahora que no me ven... no advierten que no estoy... Leo por los rincones...<br />
juego...; mamá me dice que tengo trastrocado el sueño... Verdad, señor Serván, que...<br />
Se interrumpe, en ira:<br />
-¿A qué ha subido usted?... ¿por qué diga, si es la hora en que duerme?<br />
Vuelve a interrumpirse en un desfallecimiento de sonrisa de martirio:<br />
-¿Verdad, señor Serván, que, usted también lo cree? ¿que soy una chiquilla?...<br />
-¡Ah, Sarah! ¡Por Dios!... Yo no creo...<br />
Pero el dolor, súbito, horrible, la ha agotado los enojos; y huida, de bruces sobre la banda al<br />
lado opuesto del pequeño balconcillo circular como un púlpito, llora... llora...<br />
Una desolada humildad de mártir hay en toda la niña blanca, que muéstrame, abrumada<br />
entre sus brazos, la espalda, el negro pelo en el broche de oro, el borde corto de la falda<br />
canalado y oscilante sobre las botas de lona, marcando el ritmo sin ritmo del sufrir que<br />
retuerce su<br />
cintura de muñeca...