Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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primero, y que fue para él una nueva rastrería.<br />
Queda terminado el programa a la hora de comer, y se cuelga encima del piano. Hay<br />
últimos ensayos sueltos de música, entre la comida y el lunch de las ocho, e<br />
inmediatamente se procede, en el comedor, al ensayo general.<br />
Vemos con asombro que el programa es enorme, cinco números de canto, dos de piano a<br />
cuatro manos, dos con el violín, las dos piezas y unos juegos de manos que ha brindado el<br />
doctor Roque.<br />
Concluidas las piezas a las doce, todavía falta que ensayar la romanza de la india y el<br />
número que Charo le acompaña al violinista... La concurrencia sigue, pues, en el salón, por<br />
las mesas, cuando Sarah pasando junto a mí, me desliza:<br />
-¡Sube!<br />
Y se filtra a la cubierta.<br />
No mucho después, subo.<br />
Tal vez llevaba ella la esperanza de que nos encontraríamos solos, como media hora antes,<br />
en que pudo, al menos, darme un rápido beso feroz, de los suyos; pero hay gentes,<br />
dormitando, aquí y allá, y me espera donde siempre.<br />
No hago falta yo, abajo, ni ella. Quiere pues la charla del cristal.<br />
Mas apenas he instalado mi canapé en el hueco de la lampistería y nos hemos saludado,<br />
siento dos que llegan, cubierta abajo, por estribor. Se sientan.<br />
Pero se han sentado tan cerca, en dos mecedoras allí encontradas, que no los separan de mi<br />
cabeza más que las cuerdas del torno. No los conozco, a la semisombra, mas sí por la voz:<br />
Pascual, Enrique.<br />
-Quiero hablar con usted largamente -ha dicho fúnebre Pascual.<br />
Y mientras ellos, en un grave silencio de espera, durante el cual el ex-conserje ofrécele un<br />
cigarro de picado al húsar -cosa que me tranquiliza respecto a la buena armonía de la<br />
entrevista; y mientras ellos lían y encienden despacio el cigarro, en prólogo de mayores<br />
lentitudes, oigo tras la persiana la voz de Sarah, que los ha oído también:<br />
-¡Maldita sea!... ¡Adiós, Andrés... ¡es tarde!<br />
Yo no puedo imitar a Sarah (que se salva por la puerta del otro lado), sin que al moverme<br />
me delate... Además, intrígame qué cosa tenga que decirle a Enrique el buen Pascual, que<br />
empieza así: