Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
116<br />
Me inspiran curiosidad estas recónditas razones de «la alegría del mal ajeno» que me asalta<br />
algunas veces. Recuerdo, por ejemplo, haberla sentido al saber que había muerto un<br />
ministro general a cuyo influjo iba a deberle un comandante amigo mío el acta de diputado.<br />
Mi comandante ya no sería diputado... ¿Por qué mi regocijo?... sí, llegué a saberlo... por<br />
algo noble... Mi comandante, absoluto cebollino, sería en el Parlamento una vergüenza más<br />
entre tanto cebollino de la huerta de las leyes.<br />
Me he sentado en un ruedo de jarcias, a la sombra del cañón. Este pobre cañoncito de<br />
salvas enfundado, me fastidia. Querría que lo hubiésemos tenido que emplear<br />
defendiéndonos de piratas y ballenas...<br />
¡Viaje heroico!... Antójaseme que los humanos empequeñecemos un poco lo grande, la<br />
tierra, el mar cuerda de la corredera sigue arrastrando en la estela, como un rabo de burla<br />
que le hubiesen puesto al Reus en Barcelona...<br />
¡Hala, el Reus!... ¡<strong>Al</strong>lá vas, relleno de ridículo, con tus novios, con tus fieles tresillistas, con<br />
tus Charos y exconserjes... debajo de tus humos y tus palos y tu aspecto de ambulante y<br />
terrible fortaleza!<br />
Bien, digo que Sarah... Sí, lo pienso y lo comprendo: ¡debía morirse!... <strong>Al</strong>go muy hermoso<br />
ha habido en su libre arranque hacia el amor, en la libertad de sus instintos, en la libertad<br />
del abandono de su madre, en la libertad de la explosión de sus ansias de mujer bajo los<br />
cielos... Tigrecilla de América, ha sabido saltar fiera y gentil hacia la vida...<br />
¡Debía morirse!... yo ganaría con ello, el bellísimo recuerdo singular e inolvidable de un<br />
alma brava, y ella habría de ahorrarse ¡la infeliz!... todo el calvario de tristeza y desengaño<br />
que está detrás de una pasión que nace ancha como el mar y que tendrá que romperse o que<br />
infiltrarse o infectarse en hilos de arroyo subterráneo por los aludes de sociales<br />
conveniencias...<br />
Ya es sabido, tales conveniencias: fango de joyosa hipocresía... de hipocresía cínica, no<br />
importa... si sabe enseñar las ligas al descuido como Charo, si sabe siquiera como Aurora<br />
procurarse un Pascual.<br />
Y en mí el primero -lo hipócrita, el respeto al qué dirán... Olvido el gesto de ingenua<br />
gladiadora, y veo no más en este instante su falda corta, su trenza suelta a la espalda...; y<br />
veo no más esta tarde, mañana, en los días que hubiese de venir sin que el Reus siguiese<br />
conduciéndonos por un alba infinita a ella y a mí solos, la ridícula pareja de novios que