Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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un canto de amor y del infierno salvaba a aquella que tremante y disperata en otro infierno<br />
me esperaba!... ¡Yo no fuí!<br />
-¡Ah!! -grita Lucía, triunfal..., oprimiéndome las manos, vehementísima, con sus manos que<br />
he cogido como muertas azucenas en su falda.<br />
-¿Comprende ya la extensión de mi terror..., la demoníaca extensión, más tarde, del odio y<br />
la ira de Sarah... al sorprendernos?<br />
-¡Oh! ¡Andrés! -gime erguida clavándome en los ojos la alegría inmensa de sus ojos; la<br />
alegría de la vuelta a la vida en su congoja mortal.<br />
Y yo me inclino, me doblo, beso sus manos, y las suelto.<br />
Hemos caído los dos cada cual a su respaldo. Callamos. Está entre ambos quizás el mismo<br />
sobrecogimiento repentino de una sustitución total de imágenes, de impresiones: Sarah ha<br />
desaparecido...; la luna desde el traje blanco de Lucía -de una blancura azul casi quimérica-<br />
hasta mi traje blanco; desde su frente a mi frente; desde su alma a mi alma, hace flotar la<br />
gloria desierta y blanca de claridades en que diríase que va a brotar<br />
OTRO AMOR... Todo lo anuncia: nuestra sorpresa augusta y vaga de terrores, el reposo<br />
divino de la noche, el vasto silencio de la enorme plaza desierta ya y en sombras, del hotel,<br />
de la ciudad, del mundo... No vive, con su vida profunda y misteriosa, más que lo que<br />
siendo del cielo o de los aires, anuncia los naceres de grandezas...: la luna, las estrellas y las<br />
luciérnagas de plata que tejen y destejen en los árboles sus velos nupciales de luz.<br />
De pronto, la del fanal, se apaga.<br />
-¡Ah! -dice Lucía irguiéndose primero, levantándose después- ¡Las dos!<br />
La campana: del ignoto reloj da las dos.<br />
Ella indica el eléctrico fanal, y explica:<br />
-Siempre cortan a esta hora la corriente.<br />
-¿Debo marchar?<br />
Y puesto que no me he movido al decirlo, amargo, suplica ella hundida en la penumbra que<br />
la luna refleja por el cuarto:<br />
Oh, Andrés... Sí. Los amigos nos hemos despedido: además, aunque nunca lo dudé, sé<br />
mejor desde esta noche su generosidad y su nobleza... hacia esa Sarah. Valen más, al fin,<br />
probadas, la dignidad y la honradez.<br />
Pero debe partir. Es tarde.