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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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185<br />

-A las nueve -respondo apartando los ojos de la ventana, donde he reconocido la gran plaza<br />

de la fachada principal. <strong>Al</strong> frente, por encima de los altos edificios, piérdese la vista en<br />

marismas de esteros y boscajes y en un plano horizontal al fin como de agua. Luces rojas,<br />

verdes, blancas, de barcos sin duda, brillan en el fondo de la noche.<br />

-A las nueve, repito -a las siete habré de estar en el cuartel: vea que no hubiese podido<br />

mañana despedirme. Yo no volveré a Manila.<br />

Guardo silencio, y ella dobla la frente. Pensamos ambos sin duda en la guerra, en lo ignoto<br />

del destino.<br />

Por unos instantes oímos el gritar de los niños que juegan en la plaza cuidados por las<br />

malayas, el rodar de los minúsculos coches de esta ciudad de los innúmeros coches y<br />

caballitos de juguete. <strong>Al</strong>gunos alitactacs de los que circundan a miríadas las copas de los<br />

árboles, voltijean con su fosfórea luz en la ventana. Quiero volver a nosotros, apartando al<br />

mismo tiempo de las tristezas de la guerra el pensamiento de Lucía.<br />

-No han salido..., no la he visto, en la Escolta, en la Luneta...<br />

-No. Apenas.<br />

-Menos a usted, cien veces he encontrado a todos los del barco.<br />

También a <strong>Al</strong>berto, una mañana en Malacagnan... cuando fue sin duda a presentarse al<br />

general.<br />

-¿Se saludaron? -pregunta vivamente.<br />

-No; fingió no verme. Fue en la antesala. Había varios. Yo lo hubiese deseado por... por<br />

ganarme en su confianza la venia de esta visita..., que no ha tenido más remedio que tener<br />

por último un sarcasmo de traición y de secreto... ¡tiene usted razón; qué ironías de la<br />

suerte!<br />

Sonríe con un gesto de forzada clemencia a su marido. Luego dice, amable:<br />

-Lo he sentido, aunque se lo agradezca a usted, por la violencia que le ha impuesto...<br />

¿donde se aloja?<br />

-Hotel de Australia.<br />

¿Confortable?<br />

-Pasable. Intramuros. La ciudad vieja es una cárcel. Aquí al menos tiene aire, espacio... lo<br />

menos que se le puede pedir al espléndido país de la hermosura.<br />

-Oh, eso sí. Aquí me gusta estar, a esta ventana, de noche... Mire

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