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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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74<br />

-Me he limitado a observarle... a usted, mi dulce amigo: anoche durmió sobre cubierta, es<br />

verdad, junto o mí... Y despertó junto a mí, junto a don Lacio... ¿quién juraría, sin embargo,<br />

que no tuvo usted su hora de dichosa ausencia durante el sueño general?... Porque esta<br />

mañana, esta mañana, caro Serván, ha sido la última que he visto hacer la cama del 15!<br />

Sí, me es indiferente Lucía. Lo conozco en la misma miserable vanidad que vuelve a<br />

invadirme cuando se me confirma su amante afortunado... Una vanidad llena de ira y<br />

desprecio a mí, y casi justa, porque en realidad yo<br />

he podido ser su amante si no hubiese sido un generoso imbécil con ella al brazo buque<br />

abajo y buque arriba...¡cuánto ha debido reírse de mis delicadezas!<br />

No ceja Enrique:<br />

-Bien. Esta horquilla... es usted el primero que la ve en mis manos... el único. Le pertenece<br />

si la quiere.<br />

Me la alarga, voy a cogerla, por no sé qué complejidad de sentimientos y ambiciones... Y la<br />

rechazo al fin:<br />

-¡No!... Será de otro... ¡del capitán!... Désela.<br />

-¡Oh! -hace Enrique, guardándola, con fastidio-; ya ve que no debe dudar de mi discreción.<br />

Estas cosas me sirven para aprovecharme, solamente: usted descubrió esos camarotes<br />

deliciosos, yo descubrí que usted los descubrió, y me he limitado a agenciarme el mío y a<br />

traerme a la francesa un par de noches... ¡lástima que me la tengan prisionera!... ¿No quiere<br />

usted la horquilla!... ¡Bien, como si fuese del capitán... del otro pobre viejo capitán!... ¡qué<br />

capitán ni qué diablo!<br />

-¡Cómo! -pregunto- ¿Cree que no?<br />

Porque vuelve a parecerme absurdo todo esto.<br />

-¡Quia!<br />

Su incredulidad me consuela. Enrique, además, ha dicho que no pudo verle bien a Lucía el<br />

peinado, de frente, desde lejos.<br />

-¿Llegó usted a comprobar, al menos, que fuese de ella la horquilla?<br />

-Casi no. Casi sí, por lo mismo -responde maligno en la idea de que le burlo-. Confiésole<br />

que fui torpe..., que a pesar de su despreocupada amistad con usted, yo había pensado en<br />

todas menos en Lucía... En todas; en primer término, claro es, en la pescadera; en Charo, en<br />

Pura, en la india, en la mujer incluso del coronel, hasta en la francesa por último..., una a

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