Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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ocurrencia de pensar si el buen Pascual nos la estaría dando de bobo, incluso al capitán,<br />
usurpándole su cámara de alternativa preferencia, sin más cuidado que volver la pescadera<br />
a hacer la cama antes de salir y sin perjuicio de dejarse en ella alguna horquilla.<br />
¡Ah, pobre Pascual! Todo reglamentista, no ha vuelto a pensar el desdichado en más<br />
intentos de aventura con su mujer a bordo... Si no hubiese sido suficiente aquel célebre<br />
artículo que Enrique le leyó, habría sobrado el escándalo y la reclusión de la francesa.<br />
Helo aquí, que acaba de afeitarse, que limpia sus trebejos, y que suspira todavía:<br />
-¡Qué demonio, no hablar todo el mundo español!... créame usted, es un demonio para los<br />
que no sabemos otra lengua.<br />
¿Qué ha estado pensando en tanto pasaba por su cara la navaja?... El tocador es sensual; yo<br />
apostaría que en su mujer. -Además, hay indudablemente una sugestión hipnótica del<br />
pensamiento en el silencio, y he debido transmitirle el mío. Quiero cerciorarme:<br />
-¿Piensan ustedes bajar en Colombo?<br />
Se vuelve, con el estuche en la mano:<br />
-Oh, sí... no... No sé, sí, ¡ya veremos!... Precisamente lo ando meditando. Con tal que<br />
arrime el capitán... Pero ya ve usted, luego en Port-Said... tanto francés... después de<br />
costarle a Colón conquistar a estos salvajes... ¡Si yo supiese francés!<br />
Me acude la idea del papel y del lápiz que no osó entregarme aquella noche este geógrafo.<br />
-Hay vocabularios -le digo-, diálogos de conversación, con respuestas...<br />
No me entiende. Tengo que explicarle. Él ve el cielo abierto... pero en sus ojos se nubla la<br />
súbita esperanza cuando sabe que yo no puedo darle un 1ibro así, que no lo tengo.<br />
De pronto, conmovido, abierto ya para mí en sus más caras y hondas ansiedades, siéntase<br />
en la litera de Enrique, y exclama:<br />
-¡Sí, sí, señor!... es intolerable, insoportable; tiene cosas tremendas, como decía nuestro<br />
amigo el húsar, esta tiranía con los casados... ¿Por qué razón?... Ustedes, jóvenes, libres,<br />
llegan a un puerto y... ¡vamos!, no es que yo sea un vicioso, usted dispense... pero un<br />
matrimonio es un matrimonio... Y uno... Y hasta por la misma señora... ¡usted dispense!....<br />
¿Comprende usted?<br />
-Comprendo, amigo Pascual.<br />
Por el ventanillo veo un buque que cruza. En fuerza de repetirse, el espectáculo no me<br />
llama la atención. Además, me divierte y me da pena