Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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35<br />
Es la misma cinta lejana y tenue que en Sicilia. Miro el reloj. La una. A las cinco ha dicho<br />
el capitán que estaremos en Port-Said.<br />
Don Lacio saluda con un chapurrado y berreado de la Africana a la costa egipcia:<br />
spettácolo divino.....<br />
... sognata terra....<br />
Apenas bajamos media hora al refresco de las dos, nos encontramos al tornar sobre cubierta<br />
con el Ophir más apartado de nosotros, pero atrás, sin duda atrás... Un ¡hurra! vencedor<br />
estalla... Y a continuación, a fiesta de alegría, las guitarras surgen y empieza como en la<br />
pasada noche un gran tumulto de canciones...<br />
¡Oh, los ingleses!<br />
Aquel buque blanco, fantástico, grande, silencioso, que marcha recto con sus palos hacia el<br />
cielo, debe llevar un cargamento de tiesos autómatas... de aburridos... de spleen ¡esta es la<br />
frase!- Nos damos cuenta, en efecto, de que nuestro escandaloso y español Reus,<br />
desbordante de peteneras y de tangos, lleva los mástiles un poco inclinados, con<br />
cierto aire de calavera que debe ser una gracia desde lejos..., especie de ómnibus que vuelve<br />
de los toros brindándole juerga y salero al mundo... ¡viva España!<br />
Mas ¡oh!... sin duda cada cosa requiere su escenario, y debe ser la noche azul el de la guzla<br />
y la dulce malagueña. La juerga ha saltado al sol chulesca, aguardentosa, desgarrada en las<br />
gargantas... Y muere pronto por fortuna, ahogada de sí misma... El último tango canalla de<br />
zarzuela es disipado por el extraño espectáculo de la costa a que nos vamos acercando.<br />
Una barrera larga y tendida a flor de olas, al otro lado de la cual divisamos claramente otro<br />
mar maravillosamente tranquilo. El nuestro es plomizo. El de allá, azul, de un azul de<br />
zafiro, terso como el cielo.<br />
Esta costa parece una escollera tortuosa, interminable. El Reus marcha perpendicularmente<br />
a ella como para estrellarse. Dijérase que el capitán se ha vuelto loco -que hace bien en<br />
venir ya atrás, muy lejos, el Ophir con toda su pausa...<br />
No es costa, en suma. Es una lengua de arena que nos cierra el paso en mitad del mar. Lo<br />
vemos según nos acercarnos. Por último, el doctor, único hombre de a bordo que no está