Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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Yo callo también, en súbita seriedad que no sé si es de espanto o de delicia. ¿Será capaz<br />
esta mujer de llevar sus franquezas serenas y divinas hasta...?<br />
Mírame ella, extrañada de mi silencio casi hosco. Comprende la involuntaria osadía o el<br />
equívoco de su frase, y desvanécelo pronta, no vacilando, con tal de lograrlo a gran<br />
amplitud, en hacerme partícipe de una de sus delicadísimas frivolidades de mujer.<br />
Y hay un sólido valor de estética en la confesión, estimada según sabe Lucía.<br />
-Mi marido -dice-, confía demasiado poco en mi prudencia; y siendo para mí un tormento la<br />
fealdad, como para los antiguos griegos, no me gusto sin rizados en el pelo. Cuando<br />
embarcamos, descubrió el alcohol de mis tenazas, y lo tiró al mar. Ha resultado, al fin, que<br />
lo tienen todas.<br />
Charo me salvó dándome un poco de sus reservas, pero se me concluye.<br />
Pensaba, pues, cuál de los camareros tiene más cara de ser capaz de traerme un poco, de<br />
Colombo, sin descubrirme y delatarme al capitán como presunta incendiaria...<br />
-¡Bah! Déjeme el encargo: el mío. Juan... Yo mismo, ¡si no! -atrévome a decir maravillado.<br />
-¡Oh!<br />
-Acépteme de cómplice para esta incendiaria traición al buque...<br />
Pienso también comprarme cerillas, Lucía.<br />
Va a protestar, y la enmudece una especie de blanca visión que se desprende no lejos de la<br />
borda. Hemos reconocido a Sarah, torva, rígida, cruzando, sin mirarnos, hacia la escalera,<br />
cerca de nosotros... Estaba<br />
oyéndonos tal vez. La distancia de su escondite de espía, tras la blanca boca de un<br />
ventilador, no es tan corta, al menos, que haya podido escuchar íntegra nuestra<br />
conversación en su insignificancia. Acaso ha entendido solamente mis sueltas palabras de...<br />
«cómplice»... «traición»... o las antes pronunciadas por Lucía de «marido»... «secreto<br />
formidable»...<br />
La amiga nobilísima concédele también al incidente la misma atención recelosa. Luego lo<br />
desprecia; pero juzga preferible conmigo, sin embargo, otra jovial franqueza, antes que<br />
verse forzada a penetrar la significación de la escena con más personales e inútiles si no<br />
imprudentes comentarios.<br />
-¡Pobre criatura! -dice-. ¡Es usted con ella cruel!<br />
-¿Yo? ¿Cruel?