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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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21<br />

Nuestro esbelto y velocísimo Reus, empenachado de humo, se me antoja como una correcta<br />

continuación del tren lanzado desde Madrid sobre las olas.<br />

<strong>Al</strong>lá va, allá va esfumándose, perdiéndose, perdiéndose el fragatón ciclópeo, cargado de<br />

algodón, de café, de sus hombres tétricos y rudos, viniendo a su albedrío de todos los<br />

puertos del mundo... Es por último algo así como una tela de araña en el tul del horizonte...<br />

Se pierde...<br />

Y una cosa aún más simple nos admira. Pasan dos gaviotas... ¿Tierra,<br />

entonces?... ¿Cuál?<br />

-¡Sicilia! -nos dice a don José y a mí un marinero. -Se ve ya. Por la otra banda. Don José,<br />

tira de mí, cantando:<br />

-¡A estribor!... ¡a estribor!... las aves marinas con rumbo hacia allá...<br />

<strong>Al</strong> límite del cielo dibujase la costa en cinta de nieblas.<br />

Todos nos van siguiendo, enterados poco a poco.<br />

Surge como un sueño la tierra, tras el hondo abandono de estos días, en que nos creyéramos<br />

perdidos. Se duda de ella. «¡Son nubes!»... «¡Es bruma!»... Y cada cual pone en la<br />

exclamación el ansia de engañarse, como si fuera indispensable certificar con el corazón,<br />

con los ojos, la increíble y maravillante cosa de que los marinos del Reus puedan seguir<br />

prefijadas rutas en el camino sin camino de las aguas. Como yo, todos se<br />

estarán acordando de Colón; y es una especie de Colón este capitán nuestro que ha<br />

descubierto a Sicilia.<br />

El observatorio queda establecido a estribor. Las señoras, según van levantándose, senos<br />

reúnen -frescas, vaporosas, elegantes, con su leve primaveral elegancia de céfiros y tules.<br />

Presenta la borda aspecto de la hilada de tribunas de un Hipódromo.<br />

-¡Es tierra! ¡Es tierra!<br />

-Se ven velas. ¡<strong>Al</strong>lí!<br />

La costa se va destacando con sus altos y sus tonos. Empieza a verdear. En algunas puntas<br />

descubrimos faros. Seguimos acercándonos, pero habremos de sesgarla sin tocarla, según el<br />

rumbo. Los vaporcillos y las lanchas marcan la extensión del mar, ahora que la pierde.<br />

Flotan palos y hortalizas que nos dan más la sensación de esta tierra.

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