Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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76<br />
Sospechaba esto, que corresponde a mi idea de la pescadera y el capitán en el departamento<br />
contiguo, contra la creencia del húsar.<br />
Juan llega.<br />
-Dime, Juan...<br />
-Señorito.<br />
-He visto que hay ahí tres camarotes grandes, seguidos, vacíos...; el nuestro es para<br />
ahogarse, y además, don Pascual nos es a don Enrique y a mi antipático. ¿No podrías tú<br />
mandarnos nuestros trastos a uno de ellos?<br />
-Ah, son primera preferente, señorito... No puede ser.<br />
-Tendrás tu propina, hombre.<br />
-No puede ser. Ya ven los señores que van des ocupados, no obstante la apretura del pasaje,<br />
-¿Desocupados?... En el 15, Juan, duerme alguien.<br />
-Sí, señor, el capitán. Aunque el suyo está arriba, contra el puente, prefiere ese algunas<br />
noches.<br />
El húsar y yo hemos cambiado una mirada rapidísima.<br />
-¿Y sabes por qué lo prefiere? ¿No es más cómodo el suyo? -pregunta Enrique a su vez.<br />
-Sí, señor, más grande, más fresco... Digo yo que sea por el ruido.<br />
¡Como arriba siempre hay charla!<br />
- Está bien, Juan. Anda con Dios. Se aleja. Vuelve a coger sus jarros.<br />
-¿Eh?<br />
-¡Oh!! -contesta Enrique,<br />
Y añade, en consigna:<br />
-Ahora... a saber... ¿quién es ella?... ¡Podría auxiliarnos don<br />
Lacio!<br />
-¡Nunca! ¡Nada de casados!... Y que luego resultase la condesa...<br />
-Verdad. En todo caso, no hemos de quedarnos en peinados -díceme deteniéndome al partir.<br />
La vigilancia discreta. Si usted ayuda, nos dividirnos la noche, de una para arriba. Éste será<br />
el gran observatorio, a obscuras, entre estas cuerdas... con todo el pasillo a la vista,<br />
alumbrado...<br />
Cuando anochece, hoy, hemos revisado de proa a popa todos los peinados de mujer,<br />
inútilmente.