Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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Me fijo, mientras ella finge con sonrisa y ademanes de enterada leer el verso. Es admirable,<br />
es casi monstruosa la cantidad de disimulo que cabe en la chiquilla. Confirmarlo, una vez<br />
más, me tranquiliza y me espanta.<br />
-¿Ves? -prosigue dándome con hábil descripción indicaciones, ya que no puede con la<br />
mano ni los ojos-: por el lado acá lo cierra ese torno de grúa, por el lado allá, cuerdas... Ahí<br />
cae una pequeña ventana de la saleta, la del testero; entra luego y la verás... Y la<br />
lampistería, desde<br />
el anochecer, la cierran y no vuelve nadie... Tú, a las once, cuando ya la gente se duerme<br />
por los canapés, a pretexto del ruido, del aire, de dormir más solo en la cubierta, puedes<br />
traerte ahí dentro el tuyo... Podemos hablar más de una hora, hasta que mi madre baja.<br />
-¡Ah, Sarah!... ¡tú ahí!... ¡si nos viesen!<br />
-¡Quita, tonto! -continúa volviendo una hoja. Desde luego, nadie te verá: a esa hora no se<br />
ocupan más que de estar tendidos; y si te viesen, ya tienes las disculpas.<br />
-Pero, alma; ¿y tú?<br />
-¿Yo?... -exclama mirándome un instante. Y con la vista en el libreto otra vez, añade en su<br />
son de rezo-: Toma, ¡qué tonto! A mí menos me verán.<br />
Repáralo después: el ventanillo, con un cristal que no se corre, tiene encima y debajo dos<br />
tablas de persiana, para la ventilación; por estas hablamos, por el cristal nos vemos; da la<br />
luz precisamente del farol de la lampistería..., a mí me gusta verte ¿sabes?...; y está todo eso<br />
tan bajo, que tú podrás estar echado, fuera, y yo también, dentro, en el diván de la saleta...<br />
En cuanto concluimos el ensayo apagan y la cierran, pero sin llave... ¿sabes?...<br />
Me aturde. Quiero disuadirla. Quiero replicar... encuentro un argumento:<br />
-¡Pero si eso es tan chico que no coge el canapé!<br />
Rápida, responde:<br />
-Coge. Está visto. Y sobra. ¿No ves que pueden entrar y salir con la percha de las linternas,<br />
que es más grande, por el otro lado?... Adiós, vete. ¡Hasta la noche!<br />
-¡Adiós, hasta la noche! -replico alejándome como un autómata.<br />
No comprendo por qué me domina así... ¡la chiquilla! Me traigo un poco la sombra de sus<br />
ojos, en un rencor, en una honda caricia erótica de oculto fuego... como un remordimiento<br />
anticipado...