Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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religioso, como se besan las reliquias... como se besa una ilusión... -porque son las almas<br />
nuestras que se abrazan y se lloran...<br />
Las almas nuestras que sienten estrechadas un segundo la eternidad de la ausencia...; las<br />
vidas nuestras que contemplan desde un instante de horrible felicidad toda la felicidad que<br />
habrían vivido perteneciéndose, toda la felicidad de paz que no tendrán jamás robándola al<br />
marido..., que no podrían ya robarle siquiera al celoso más que esta noche quedándola en<br />
llama del horrendo no verse más desesperado...<br />
El alma arde, y el abrasado cuerpo desfallece contra mí. Lloran los ojos silenciosas<br />
lágrimas de amor y de amargura que humedecen mi hombro, cayéndome como al corazón<br />
en espantable consuelo..., y yo siento el súbito<br />
y bien preciso afán de amarla toda y morir después... ¡esta noche!... Mis labios buscan su<br />
frente, sus ojos, bebiendo llanto..., buscan su boca, y tocan mis labios a sus labios... Es un<br />
aliento de fuegos, es un beso mortal, y yo la siento, su pecho, su busto, toda ella, y yo la<br />
ciño y la llevo borracho no sé adónde...<br />
-¡No, Andrés!... ¡no! ¡por Dios!... Y luego... ¡mañana!... -gime, parada y crispada como en<br />
una evocación de horror.<br />
-¡Sí, Lucía!... Mañana... ¡qué importa!... morirse de tristeza...<br />
-Morirse de la pena que no mata... de la ausencia en el martirio de<br />
los años... ¡qué horrible!<br />
Y en mi brazo su cintura se dobla atrás, y ve mi alma en su cara cubierta con la mano el<br />
positivo horror de esta vida enérgica y divina que no irá, en efecto, con la pena, más que a<br />
vivir de muerte sin morir..., de muerte de sombra eterna de alegría. -¿Y por qué? Mi ansia<br />
se rebela.<br />
-¿Y por qué? ¿por qué alejarnos? -pido- Nos hizo Dios para nosotros.<br />
¡Mañana... partir los dos!<br />
-¡Ah! -lamenta en un lamento que me muestra la locura, lo imposible..., su esclavitud de un<br />
hombre, mi esclavitud de una patria.<br />
-¡Si no, yo volvería... a VER-TE!... ¡A vernos siempre..., donde mi BIEN, donde <strong>Al</strong>berto!<br />
-¡Ah, con él! -dice, y se desenlaza de mí...<br />
Siempre dulce, siempre amarga, vuelve a la mecedora y déjase caer.<br />
Mirando la luz de la luna, que ya apenas toca al borde de su falda, insiste,