Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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23<br />
Yo me limito a contemplarla. Debe sufrir, la pobrecilla criatura a quien nadie da<br />
importancia. No vienen jovencitos de su edad en cuyos ojos pueda encontrar su misma<br />
interrogación ansiosa de los misterios del amor... de la vida...<br />
Una hora más tarde, vuelve a encontrarse otra vez a mi lado, y me nombra Andrés... con<br />
voz dulce, llamándome la atención hacia unos torreones.<br />
No acaba esta costa de Sicilia, plana y monótonamente bella, y acabamos por sentarnos,<br />
mirándola a intervalos de la conversación. La vemos con suave frescura de color, en la<br />
distancia, como a través de un velo tenuísimo de brumas... El mar se corta a lo lejos en<br />
franjas verdes que hay quien dice que son desembocaduras de ríos... que hay quien dice<br />
que son volcánicas corrientes...<br />
A las doce, citando un oficial toma en el puente la hora del sol, miramos los relojes,<br />
confirmando el diario retraso de casi veinte minutos.<br />
Tres días de navegación nos han enseñado muchas cosas; y entre ellas, ésta de ir ganando<br />
tiempo hacia levante. Aplicados a los pequeños detalles queremos comprobar su exactitud.<br />
Se espera con afán el medio día. Cada uno lleva su reloj según salió de Barcelona, para<br />
estimar la diferencia total al fin del viaje.<br />
Sabemos asimismo que mientras haya palomitas, esto es, que mientras las olas rompan en<br />
espuma, no obstante la quietud del aire, sigue la marejada de fondo -la de los mareos y los<br />
balances odiosos. Y observando siempre en la rueda alta del timón a un marinero que la<br />
mueve sin cesar, fijo en la proa, desde su avanzado observatorio del puente, aprendemos<br />
que hay que afrontar ola por ola a fin de que no batan al Reus de costado. El vigía se nos<br />
antoja, pues, la providencia, y su misión algo sagrado de cuyo descuido dependemos todos.<br />
No paran aquí nuestras tareas, en esta vida de holganza como la de una playa, como la de<br />
un flotante hotel de balneario -hasta el punto de que no he vuelto a coger el alemán. Don<br />
Lacio, pasajero reincidente, nos habitúa a consultar cada noche el cuadro de la marcha<br />
colgado sobre el buzón de petitorio; y varios llevan su carnet de apuntación. Día tal...<br />
Singladura... 340 millas... Consultamos los barómetros, los termómetros, los higrómetros<br />
del comedor, en horas fijas, siendo cátedras de náutica los grupos, a menudo, donde se<br />
empieza a apreciar el valor justo de un nudo, de una milla, de la extensión del mar que se<br />
descubre, del tiempo que tardan en perderse de vista los barcos...