Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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47<br />
perdonar al novio, consuélase y véngase a un tiempo de él, también mareado, hablando<br />
amarteladamente con el relojero-violinista. ¡Hacen tan mal acorde las náuseas y el amor!...<br />
Y al fin de cuentas, con este igualitarismo del blanco traje, que ha borrado rangos de<br />
sastrería, el relojero está bien más elegante y airoso que el tenientito chic, que todos, con su<br />
fina barba rizosa y su arrogancia de atleta. Pura y él son las dos bellezas del barco.<br />
Se han juntado.<br />
¡Cuántas duquesas preferirían herreros a príncipes si se escogiese en pelota!<br />
Leemos. Incluso Sarah, versos de Rubén Darío. Incluso el comandante, allá solitario junto a<br />
la borda y un poco despegado de Charo desde hace días... (creo que desde uno en que se la<br />
vio en el cogote las raíces canas de su pelo mal teñido). Un poco sueltos y apartados los<br />
lectores del grupo del amor que forman la pescadera y Pura, con la madre de ésta entre<br />
ambas, silenciosa, y en los lados el relojero y el capitán, los miramos y nos<br />
miran malignos de cuando en cuando. Yo estoy cerca de Lucía, que lee la insípida Niña<br />
Dorrit, de Dickens. Pasa hojas. El marido no la consiente otros libros; pero la he visto<br />
algunas tardes, en ratos ausentes de él, uno de Mirbeau: Journal d'une femme de chambre.<br />
Yo estoy concluyendo Mirella, de Mistral, y lo cierro al fin.<br />
-¿Qué es eso? -pregúntame plegando con fastidio el suyo.<br />
-Mirella.<br />
-¡Ah!<br />
La exclamación es casi un bostezo, también hacia Mirella.<br />
Hemos hablado ya muchas veces de literatura, y he podido admirar cuánto ama la vida esta<br />
mujer tan mal amada. Ella no comprende los idílicos o plácidos libros pasados, en nuestra<br />
época. Gusta de psicologías y problemas hondos, y detesta, más que nada, de los exquisitos<br />
del arte por el arte que no saben encarnar un corazón -en odios, en pasiones, en todas las<br />
modernas recónditas fierezas que surgen por las entrañas detrás de los aspectos<br />
escépticamente sonrientes. La he oído frases que no olvidaré: «Lo que más necesita un<br />
escritor es un concepto total y firme de la vida...» «Escribir novelas debe ser el arte de saber<br />
todo aquello que no debe ser escrito»... «Una novela que no encierra toda la vida aplicada a<br />
un caso particular, vale poco».