Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
82<br />
Pascual, que continúa:<br />
-Y usted dirá: «¿por qué no aprovecharon Port-Said?»... En primer lugar, por el tonto del<br />
relojero, que se nos pegó... Mire que no le di una trompada por milagro... ¡gentes que no se<br />
hacen cargo de nada!... luego, porque... ya ve usted, pensaba yo: ¿cómo decir en un hotel<br />
por señas... ésta... yo... un rato... acostarnos?... ¿Nos entenderían?... ¿Y si el hotel no era<br />
más que simple restorán?... ¿Y si se reían de nosotros?... vaya, parecía feo... ¡una cosa, sin<br />
embargo, tan natural!... El hotel, por lo demás, podían cerrarlo de noche, y dejarnos sin<br />
salir... El barco podía marcharse antes si acababa la carga de carbón... Y qué canastos,<br />
nosotros en Port-Said y nuestros baúles y maletas por estos mares danzando! ¿Podría<br />
servirnos siquiera el billete al paso de otro vapor?... Ya ve usted, perdido el pasaje del<br />
Gobierno... ¡mil durazos por un gusto, la señora y yo!<br />
Lo dicho. Pascual llega siempre a la última consecuencia. Está en perenne diálogo de<br />
ingenuidades consigo propio, cuando no puede con cualquiera -y con su mujer, ni delante<br />
de su mujer, no puede jamás. Ella le violenta en esta ficción de señorío, y me ha dicho<br />
Enrique que estuvo a punto de arañarle porque una vez aludió ante ella a su conserjería de<br />
Salamanca.<br />
-Si usted quisiera ponerme en un papel... para Colombo... -me dice de improviso,<br />
levantándose.<br />
Es práctico, a más de ingenuo. Me está mirando con la fervorosa súplica que a Dios<br />
Todopoderoso. Le aturde mi sonrisa. Se ha mirado las manos. Tal vez duda y medita si<br />
ganar mi suprema voluntad con la ofrenda del topacio...<br />
-¡Sí, hombre, sí! -le digo decididamente.<br />
Y se lanza a su cartera, y me da el papel, el lápiz... Yo escribo bilingües preguntas y<br />
respuestas, que él lee y guarda al fin como un tesoro -cogiéndome después ambas manos:<br />
-¡Gracias, capitán, mil gracias!... ¡y usted dispense!... Es por la señora mayormente,<br />
¿sabe?... aunque también a uno... Pero no es que uno sea un vicioso, ¡créalo, capitán!... Y<br />
perdone si las circunstancias me han hecho suplicarle una intervención algo... ¡vamos!...<br />
algo indecente... ¡Por la señora más que nada!¡Oh!.. estoy por quitarle el papel. No habría<br />
querido estimar así mi oficio. Ya está hecho. <strong>Al</strong>lá se las avenga Pascual.