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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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115<br />

Nadie ha visto esta otra violenta aurora de mujer.<br />

Pronto estimo en la fuga de ella su mejor rasgo de alma ingenua, de alma franca... Yo no<br />

habría sabido qué hacer si espera... yo no habría sabido qué decirla...; y yo habría hecho<br />

acaso una vileza dándola por instantáneo consuelo el beso de compasión o vanidad que<br />

vibra ahora en mis labios.<br />

Inútilmente permanezco quieto cinco, diez minutos, en tregua a mi pensamiento. No pienso<br />

nada.<br />

Sin saber si quiero o no encontrarla, recorro al fin la otra cubierta, la escalera, el comedor...<br />

Sí, sí, he de hablarla, yo no sé tampoco qué cosas formidablemente amigas...<br />

formidablemente nobles y sinceras...: mi gratitud invádeme de una gran serenidad...<br />

Y vuelvo a mi camarote y me duermo al fin arrullado por el agua, por la máquina... por la<br />

alegría divina de la vida que da el saberse rey en otra alma... ¡aun siendo tan pequeña! ¡tan<br />

pequeña!<br />

«Sarah está enferma». Lo ha dicho su madre. No viene al almuerzo.<br />

¡Oh, si se muriese Sarah!<br />

Y como me ha cruzado este afán, al oír a Charo, con una tentadora intensidad casi<br />

voluptuosa, como en mi relámpago de yo no sé cuáles hondas bondades -bajo la cabeza<br />

sobre el plato y quiero profundizar mi extraño sentimiento.<br />

No puedo. Distráenle <strong>Al</strong>berto, dándole a Pura bromas con el novio. Los de las comidas son<br />

los únicos ratos que el bello relojero, en su condición de pasajero de segunda, no está junto<br />

a la joven. Luego, ella me pregunta si me gusta el modo que tuvo anoche de recitar su<br />

papel. Desconfía. Se cree sosa... Y no le falta razón. Por frecuente paradoja, las más<br />

cómicas,<br />

las más espontáneas y graciosamente cómicas en su decir y accionar habituales, son las<br />

peores actrices... Dijérase que tienen la gracia inconsciente de los gatos.<br />

¡Si se muriese Sarah!<br />

No he vuelto a pensarlo, pronto comprendiendo lo que su mal signifique; pero recuerdo que<br />

lo pensé, antes con todo el ímpetu de un deseo, y aquí, ahora, he venido a aislarme en el<br />

castillo de la popa, resuelto a desentrañar lo que pude guardar en mi crueldad de generoso.

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