Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
183<br />
Doy vuelta a la galería, siguiendo la numeración descendente; llego..., toco con tanta<br />
timidez que no se me contesta. ¿Se habrá acostado?... Miro el reloj: las diez... El desierto<br />
corredor, más alumbrado por la clara luna del patio que por las discretas lámparas, lleno de<br />
puertas, me hace el efecto de pertenecer a otro buque colosal.<br />
Por un instante, dudo. ¿No es gran indiscreción la mía?... Mi corazón late... Vuelvo a<br />
llamar.<br />
-¿Quién?<br />
¡Su voz!... ¡Sus pasos!...<br />
La llave suena. La puerta se entreabre... ELLA, un poco inundada de sorpresa, tarda en<br />
acabar de conocerme, con mi blanco uniforme, con mi blanca gorra de galones.<br />
-¡Andrés!<br />
-¡Lucía!...buenas noches.<br />
Su acento ha sido franco, apenas tocado del asombro; pero, mi aspecto debe de ser de tal<br />
torva emoción cobarde, que vacila, que casi ha hecho leve el ademán de cerrar. Y no se<br />
mueve, ni para salir al salón ni para dejarme paso.<br />
-¡Oh, usted!... ¿cómo le va?... Creí no verle... He leído en El<br />
Comercio que partía mañana para Imús, con su batería... ¡Creí no verle y lo habría<br />
sentido!...pero... mi marido... ¡<strong>Al</strong>berto, no está!<br />
-Ah, Lucía... perdón. No he querido partir sin saludarla. Perdone mi imprudencia. No he<br />
podido antes ni a otra hora. Sólo quería esto: decirla adiós. Y tiéndole la mano. Su mano<br />
esta yerta..., suelta la mía y abre y me invita a entrar con resuelto acento que es ya el suyo:<br />
-Pase, Andrés.<br />
Y apenas he obedecido, hallándome en la penumbra de la especie de gabinetillo que forman<br />
a este extremo de la vasta estancia dos biombos, por cuya cima nos llega un suave<br />
resplandor, añade, parada, tras la puerta:<br />
-¡Ya ve usted! A veces complácese la fatalidad en prestarle equívocos aspectos de recato a<br />
la amistad! Charo y don José acaban de marcharse. Me han dicho que al venir, en el Puente<br />
de España, encontraron a usted y le hablaron de nosotros... Ellos le han dicho que <strong>Al</strong>berto<br />
embarcó anteayer para Iligan, en el Lezo...; y yo le mentiría a usted si le ocultase que temía<br />
y esperaba su visita.<br />
-¿¡Temerla!?