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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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tanto palique en vez de callar y que don Enrique se aburriese y nos dejase?... Le digo a<br />

usted que<br />

si como es mi señora no es mi señora... ¡le doy una trompada! Enrique me lo ha dicho<br />

también, burlándose. Fue propósito de fastidiar a Pascual; fue, más que insinuación, casi un<br />

ruego directo de Aurora... que está si cade o non cade...: cuestión de acabar de decirla al<br />

camarote 15. -Por cuanto a la del capitán, está convencido el húsar, cansado pronto de<br />

espiar, igual que yo: ni es Aurora ni es Lucía; probablemente la francesa..., no habiendo<br />

significado todo aquello de su encierro más que un ardid para reservársela mejor de todos<br />

durante el viaje entero... ¡ah cuántas de éstas puede hacer a bordo un capitán, con su<br />

autoridad de rey!...<br />

Da pena la cara de Pascual. Vuelto al buque a las doce, «rabia y venganza de ver a su<br />

señora tan distraída con Enrique», se dedicó a sus cambios, a sus compras. Pero hoy, sobre<br />

este extremo, háseme mostrado victorioso: a unos vendedores de piedras finas que habían<br />

cobrado a bordo el día anterior cada ojo de gato en seis pesetas, le tomó él por tres, a última<br />

hora, docena y pico.<br />

Me siento.<br />

La joven india lee alto, y lee bien, una de las piececitas que van a ser representadas. Sarah,<br />

que la conoce, distráese con un novelón de folletones. La trae a mal traer su madre con las<br />

lecturas. No la dejó aquel <strong>Del</strong> amor, del dolor, del vicio y le arrebató también hace pocos<br />

días<br />

de las manos El jardín de los suplicios... Claro es que hizo bien, dada la edad de la<br />

muchacha. Fundábase en haber leído en los periódicos que la novela es inmoral.<br />

Pero yo observo que Sarita lee los folletones por el revés, toda atenta; es decir, por la parte<br />

correspondiente a las planas de anuncios.<br />

¡Bizarro gusto! ¿qué la intriga?...<br />

Un poco más tarde, que ella va a no sé dónde, soltando, sobre la silla el cuaderno, yo lo<br />

tomo y miro esos anuncios.<br />

¡Ah, la prensa moralista!<br />

Un horror.

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