Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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súbitamente, siento el impulso de decirle que la admiro... que «es cierto», que yo también<br />
soy el mismo miserable que ella se siente en el fondo, y no más, ni menos, aunque hayan<br />
nacido con un disfraz de egoísmo más vivamente pasional hacia la pobre<br />
rubia mis piedades...<br />
<strong>Al</strong> bajar la casi vertical escalerilla, yo primero, para dar la mano, la falda corta de Lucía se<br />
prende en un peldaño, y ella luego la hace caer con un movimiento naturalísimo... He visto<br />
la esbelta pierna perfecta estrechada en la media de seda oscura. El aplomo de esta mujer<br />
para todo, vuelve a admirarme; creeríase que una invisible coraza de alma la redime de<br />
torpes intenciones y la absuelve de encogimientos. ¡Qué diferencia de esta íntima elegancia<br />
severa, que he visto como pudiera haberla visto el brazo enguantado, y aquellas otras<br />
piernas colorinescas que lucen sin cesar en los balancines de la proa Charo, Pura, Aurora...<br />
en verdadero teatro de encajes y sensualidad!<br />
Seguimos silenciosamente por la baja borda de entre las dos cubiertas, y una ola se estrella<br />
y nos salpica. Parece un bautismo de nuestra fraternidad, quizás poblada de fantasmas de<br />
todas las pasiones.<br />
Piedad, sí -pienso sintiéndola el brazo y más cobarde que ella para darla el pensamiento. Ha<br />
dicho bien, «piedad encarnada en egoísmo». Y veo la enorme diferencia entre mí y los<br />
otros. Feliz el egoísmo que desde los antros de la vida, donde rebulle en los demás<br />
guardando su furia de apetito, pudo en la mía subir y extenderse en glorias de piedad.<br />
Belleza y dolor, en su colmo, en su fuego, en su llama, la pobre rubia esa... ¿qué mucho que<br />
pudieran encenderme la divina compasión perdida y dilatada en ansias de dar besos?...<br />
¿quizá no es el amor el beso así perdido en tules de alma?<br />
Me encuentro, pues, hermosamente miserable, restituido por la serenidad de esta mujer a la<br />
justa humanidad. No tengo ya que huir de la idea de que a pesar de mi purísimo desinterés<br />
por la linda rubia, yo la besaría la boca..., de que besaría con inmensamente más agrado,<br />
con fe de eternidad, la de esta gentil amiga tan castamente robada a mis deseos. -Sé que<br />
puede ser bruta mi sensualidad, pero que no ha realizado jamás en<br />
nombre del amor ninguna villanía.<br />
Llegamos a la subida de nuestra cubierta. La amiga se despide hasta después. Va por la baja<br />
galería a su camarote.<br />
- ¡Gracias! -exclamo con tal vehemencia, que ella se detiene.