Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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-La misma cinta, el mismo color caramelo -prosigue el húsar, en quien advierto ahora que<br />
me está hablando con cierta burlona insinuación-. ¡Qué horror de impaciencia la mía!...<br />
Estaba sentada contra la lumbrera, en medio del grupo, y no podía descubrir su cabeza sino<br />
a semiperfil, según la giraba hablando, ni me era dable observarla por detrás... ¡Lucía!<br />
¡Lucía!... la altiva y bella Lucía ¡bocato di cardinali!... mas ¿quién el mortal feliz?.. ¿su<br />
marido?... bah, ellos tienen un camarote igual, solos, en la cámara baja... Y además se ve a<br />
cien leguas que le apesta...<br />
Yo sufro. Estoy decididamente nervioso, inquieto. Recuerdo efectivamente haberle visto<br />
horquillas semejantes, a Lucía... El húsar se ha contenido; ve mi emoción y trata<br />
escrutadoramente de interpretarla.<br />
Teme acaso haberme contrariado, sólo que puede más su aguda curiosidad y entre ansioso y<br />
receloso pregúntame de pronto:<br />
-¿Era Lucía?<br />
Me estremezco.<br />
Su intención se me ha clavado como un dardo. ¡Oh, ella... ella!... La imagen del capitán me<br />
cruza odiosa. Es, después de mí, la única persona con quien habla siempre amable. Creo<br />
absurda, de todo punto absurda, no obstante, mi sospecha y la de Enrique.<br />
-Perdóneme, capitán -continúa él cortés, pero serio-; aunque estas dulces historias de un<br />
viaje no merecen gran reserva, tratándose de esa singular mujer de ese ente ridículo de<br />
<strong>Al</strong>berto..., tratándose de usted, además, la he guardado...<br />
Ha debido de inmutarse mi gesto nuevamente en una vibración que<br />
detiene a Enrique; mas no es por él, sino de ira contra mí, contra Lucía, por aquel concepto<br />
de excelsitud en que la he tenido... Una rabia canalla desbórdaseme:<br />
-¡Ah, Lucía!... ¡Tal vez... no sé!... Pero tiene usted razón, si es... ¡no el marido...<br />
ciertamente!... Acaso el capitán... ¿no interrogó a la camarera?<br />
-Temí ser indiscreto, si estaba en papel de tercería... Me he limitado a observar... a<br />
observar...<br />
Yo medito. Él me observa, no convencido todavía de que no le juego la comedia. Me cree<br />
quizás apasionado... Y no lo estoy, el hecho de pensar que lo está pensando, me serena...<br />
¿qué me importa Lucía?... Y no está convencido Enrique; sigue con tiento, como midiendo<br />
y calculando mi impresión de sus palabras: