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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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160<br />

No debo ver más hoy a esta chiquilla... a esta preciosa mujercita... ¡ya sí que no lo dudo!...<br />

si no he de invitarla yo mismo a... un disparate.<br />

Poco después, alguien pasa, al contiguo baño.<br />

«¿Aquí, señora?»<br />

«Aquí. Ésa es el agua caliente. Y la ducha.»<br />

«No, no, Yo quiero baño, a placer... Hasta luego.»<br />

El gran Pascual.<br />

Maldita la gana que tengo ahora de asomarme.<br />

Me desnudo todo lo aprisa que puedo; tomo mi ducha, todo lo larga posible, para calmar mi<br />

interna y loca sed de Sarah- y voy a mi camarote.<br />

El húsar, que acaba de despertar, quiere referirme el coloquio de anoche, y yo le corto<br />

manifestándole que lo escuché... Tengo una gana rabiosa, cuando él me pregunta qué hacía<br />

detrás del torno, de contárselo y de contarle la visión del baño..., pero me domino.<br />

En la mesa encuentro a Sarah, niña en su disfraz infantil, que ahora hasta con la expresión<br />

la place completar... Tiene aún el pelo húmedo, suelto desde un lacito verde en la nuca... -<br />

Se ríe, se charla de cien cosas, y ni me mira... Sólo al final habla de que siendo la fiesta esta<br />

noche, esta noche sí, tendrá que vestirse de mujer... la dama del Chateau Margaux.<br />

Y yo no sé qué chispa de sus ojos parece suplicarme que la quiera así, prometiéndome que<br />

así habré de tenerla, con galas de mujer, en el camarote 15, esta noche...<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

Paso el día más inquieto de mi vida. He recorrido el barco diez veces, de proa a popa. He<br />

ido observando cómo poco a poco se turba la serenidad del mar, se trueca en conchas, en<br />

espumas, en un movido oleaje, al anochecer, que nos mece bajo el cielo lleno de cirros.<br />

El viento que iba levantándose, se calma; pero el leve balanceo sigue, a la hora de la<br />

colación con que, a ruegos del capellán, se ha sustituido la comida, a fin de celebrar la<br />

función hasta las doce, y servir después el banquete sin pecar comiendo carne.<br />

Sarah viene a la mesa «de mujer»... Está provocadora, bellísima con su artístico peinado y<br />

su gran bata de encajes... Es tal su aspecto, que involuntariamente la llaman de usted<br />

algunos..., el capitán... <strong>Al</strong>berto...

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