Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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Y sin embargo, me levanto, marcho, voy al fin... aunque no va ya en mi cuerpo tembloroso<br />
el amante... más que debajo del miedo y la ignominia del ladrón y el asesino. Llego a la<br />
puertecilla de la escalera...<br />
-¡Oh!!<br />
-Qué... ¡Andrés!<br />
Lucía y yo acabamos de encontrarnos.<br />
Nunca sabré decir por qué he tenido este pánico de sorpresa... ante ella... Nunca sabré decir<br />
qué ha leído en mi semblante... Ella, en la puertecilla, yo un paso atrás, en la cubierta, nos<br />
miramos. Luego sonríe indulgente, investigando alrededor cualquier otra silueta fugitiva,<br />
adivinando mínimamente lo que le sería imposible concebir en toda su inverosímil realidad.<br />
-¡Oh, Andrés!... ¿qué tiene?... Diríase que soy... una conciencia.<br />
-¡Lucía!<br />
Ella sigue, con su alma valiente y generosa:<br />
-... aquélla... ¡a quien no ha querido usted continuar hablándole de Sarah!... Adiós -añade<br />
buena aún, amiga, hermana, consejera; déjela<br />
bajar... hay ya ojos en el salón que echan a ustedes de menos.<br />
-¡Ah!... ¡yo... Lucía...! ¡Sarah no está aquí!<br />
Y como ella se encamina a los sillones donde con pérfida alegría veo aún, abierto bajo la<br />
ampolla de la luz el tomo del Dante, yo la sigo, y nos sentamos.<br />
He logrado recogerme a la astucia, en el trayecto breve.<br />
-Mire -digo-: leía esto.<br />
La admirable mujer, serena siempre, no estima mis palabras. Yo no oso insistir, en<br />
vergüenza que háceme bajar los ojos... Va a decirme algo y le temo..., le temo a su solemne<br />
pausa de compulsaciones.<br />
-Andrés... perdóneme si intervengo en cosas cuya mayor responsabilidad es al fin mía,<br />
determinada por mi inducción en la voluntad de usted hacia una chiquilla insensata... Sería<br />
yo mala amiga si no le advirtiese lealmente lo que ni usted ni ella pueden advertir; lo que<br />
nunca advierten hasta el momento irremediable aquellos a quienes les importa; lo que no<br />
han advertido tampoco de ellos Pura y su novio, aunque como usted sabe lo comenta en<br />
torno de ambos todo el barco... Pues, bien, el escándalo del día, no es uno, son dos, a bordo: