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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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70<br />

Pero el polvo acrece. Nos surmonta, nos envuelve. Mi blanco traje es gris. Se escribe con el<br />

dedo en el antepecho de la borda. Y el calor, el polvo, nos asfixian.<br />

A las doce, no puedo más; bajo a mi camarote como la mayoría, echada de la cubierta. No<br />

hay nadie. Es tostarse, en el aire confinado. Huele como nunca a sus barnices, a sus<br />

resinosas maderas guardadas. Abro el redondo ventanillo y entra polvo y no entra aire.<br />

Vuelvo a cerrar... ¡Un martirio!<br />

Por último prefiero tragar carbón bajo el cielo. Subo otra vez y arrastro mi canapé lo más<br />

que puedo hacia la proa, bajo el puente. Veo dormir a otros, en los suyos, acá y allá...<br />

Me acomodo en la almohadita.<br />

«¡<strong>Al</strong>a-cok... ala-cak!... ¡ala-cok... ala-cak!... ¡ala-cok...<br />

ala-cak!»...<br />

Este estribillo me duerme.<br />

«¡<strong>Al</strong>a-cok... ala-cak!.. ¡ala-cok... ala...<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .<br />

-¡Eh! ¡eh!... ¡mi capitán!<br />

Despierto... ¡un negro!<br />

¿Qué quiere?... ¿por qué me zarandea?...Amanece...<br />

-¡Arriba, mi capitán!... ¡<strong>Al</strong>a-cok, ala-cak! ¡ala-cok! ala-cak!...<br />

Un negro, sí... un negro con toda la barba... ¡Don Lacio!<br />

Se agita don Lacio como un perro al salir del baño y desprende nubes negras que flotan y<br />

caen pesadamente al suelo.<br />

-¡Hombre, que va usted a llenarme, don José!<br />

-«¡Quítate, que me tiznas!»¡Horror!... ¡otro negro, yo mismo!...<br />

-¡Ahora puede usted ir a todas partes! -me dice.<br />

-¿Por qué?<br />

-¡Porque tiene usted ropa negra, amigo!<br />

Me levanto. Despréndese de mí el polverío... Todo es negro alrededor.

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