Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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Mediamos oportunamente, y una regular reprimenda del novio y de la madre templan a la<br />
revoltosa.<br />
-¡Qué bruta! -díceme Sarah otra vez.<br />
Y don Lacio corrígeme al oído:<br />
-¡No! ¡qué... consonante con menos letras!<br />
La involuntaria ironía que le resulta, para su hija, múevenle a piedad.<br />
Por un momento dudo si este frecuente ridículo del lado serio de los hombres nace de una<br />
falsa posición nuestra o de una real insensatez de las mujeres. A tratarse en vez de un<br />
policeman de una policewoman, aun sin ser tan arrogante, cualquiera de nosotros hubiese<br />
hecho más que Pura...; más, bastante más..., lo que en Port-Said, lo que en Colombo -a ser<br />
posible. Y súbitamente, la reticencia que anoche estimé en Sarah de repugnante osadía, se<br />
me aparece con un sentido nuevo de queja justa y terrible que me aturde...: «...Y mientras,<br />
nosotras al vapor..., ¡como de estuco!»... Igual en la inconsciente boca podía significar:<br />
«...¡sedlo vosotros! ¡sed honrados! ¡si hemos de serlo nosotras también!»...Cuando menos,<br />
bajo ahora la cabeza y niégome el derecho a abominar de Sarah, de Pura, si son<br />
abominables. ¡Lástima que no pueda transferírselo a estas incoloras vírgenes del coronel,<br />
que aun antes que buenas parecen tontas!... ¡lástima que... Mas, no: ¡Lucía! ¡Siempre<br />
Lucía!... la buena, la noble, la virtuosa inteligente en plena conciencia del bien y del mal, y<br />
de su amable desprecio a todos.<br />
Nos guía, nos sirve, nos salva Lucía de la humana vergüenza de no entendemos entre<br />
humanos -con su inglés. Háblasele a unos chinos que nos ofrecen cars como los de<br />
Colombo. Útil y dulce, bella y audaz, perpetuamente flotando sobre lo tosco en un<br />
indulgente sonreír de diosa resignada, la ven mis ojos en verdad como la diosa-mujer de<br />
ignoro cuál nueva religión que habrá de redimirnos a los hombres de impureza, de tiranía,<br />
de hipocresía, de vandalismo...<br />
Dos a dos montamos en los maqueados y ligeros cars. Conmigo ha subido don Lacio.<br />
Parten los chinos al trote, entre las varas, tirando, por la gran plaza que tiene en sus lejos de<br />
jardín de encanto la amplitud inglesa, francesa, rusa... desconocida en España, como si<br />
siempre al