Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo
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traduciendo el inglés, valiéndome de mi poco de alemán, mejor que el alemán mismo. No<br />
teme igual, duda, Lucía, de su marido, a quien le esquiva preferencias literarias y sus más<br />
sutiles pensamientos con estas políglotas habilidades.<br />
Voy repasando las notas manuscritas.<br />
Dice aquí:<br />
«¡Oh, soberano artista que me irrita!»<br />
Aquí es el pasaje de la irrupción de aguas en la fuente:<br />
«¡Admirable! ¡Admirable!... No es posible fundir más el alma y la vida y el agua y la<br />
piedra. Así la palabra inimitablemente dominada puede lograr, etéreamente, más armónica<br />
fluidez, y plásticamente, más riqueza de color y de relieve, que la música, que la pintura,<br />
que la escultura.»<br />
Sin embargo, es cierto: le irrita. Parece concederle una violenta admiración rabiosa de no<br />
poder dejar de concedérsela:«Ni con todo el talento de D'Annunzio se tiene derecho a una<br />
ignorancia tan completa del conjunto de la vida.»<br />
Hay en estos rápidos juicios de ingenuo rigor un aplomo indiferente... de mujer dulcemente<br />
indómita, que me aturde. Parece que estoy oyendo su voz en el mismo ritmo pausado con<br />
que la oí hablarle a Charo, el otro día, del alcohol de los rizados; con que la he oído<br />
conversar acerca de los jaires de las faldas de campana... ¿Y acaso suponen más las<br />
maravillas del arte que los lazos y los rizos? He aquí, en efecto, otra nota que confunde<br />
gentilmente ambas cosas:<br />
«Clara Mill, elegante neoyorkina, discurrió vestirse siempre de verdes, ya que nadie usaba<br />
este color; para ir como ninguna, según mi Moniteur de la Mode. Gustó en París, y al año<br />
estaba de verde media Europa. Clara se volvió a su tierra dispuesta a vestirse de negro y<br />
amarillo. Debe de ser terrible esto para un artista que no pueda igual mudarse de arte que de<br />
frac.»<br />
Pregunta ahora, con llamada al pie de estos renglones: y yo, después de haber calmado cada<br />
día con cualquier acto mi necesidad de predominio sobre los hombres, iría a tu amor...<br />
«¿No es ésta la cruel incertidumbre de superioridad, teniendo que reafirmarse cada<br />
veinticuatro horas?»<br />
Otras notas concretan, enlazan: