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Trigo_Felipe-Del Frio Al Fuego, Ellas A Bordo

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166<br />

realmente por la violencia desbrochada, veo su garganta y la curva de su seno moreno y<br />

firme... Me doblo y lo muerdo..., y entonces grita, en grito ahogado, quedándose desmayada<br />

en abandono...<br />

-No, mira, Sarah... -digo de pronto levantándome, trémulo, frenético-, arriba, en el<br />

camarote, ¿sabes?... Tengo la llave en el mío...<br />

¡Sube después de comer!<br />

Ella, solloza y suspira, la espalda contra el respaldo... Tiene el pelo en madeja, y un blanco<br />

peinador lleno de gasas la cubre.<br />

-¿Sabes? -insisto.<br />

Y cogiendo el tomo del Dante, por precaución de disculpa, salgo.<br />

Pero me alcanza, ligera, y me da otro breve beso de dominio, diciéndome aprisa en seguida:<br />

-Baja la llave, y ponla en un candelabro del piano. Avísame tocando el vals que tocas tú...<br />

¿Qué número es?<br />

-El 15.<br />

En cuanto cierra el camarote, donde he visto una dorada cama igual que la del de arriba,<br />

subo a la cubierta en busca de Enrique, que está con un grupo de hombres. Llámole aparte y<br />

le digo que «han soltado a la francesa... en furia»; que vengo de hablarla y de quedar con<br />

ella para la alta noche en el... si el... «¡Buena guardia!» -me interrumpe en lenguaje militar,<br />

dándome el llavín. Vuelvo a bajar y lo pongo en el piano... en un hueco del dorado<br />

candelabro cuyos colgantes de vidrio vibran unas notas de mi vals...<br />

No pienso..., y sin embargo, existo. Todo para lo brutal, ciego y loco, sin que haya otra<br />

reflexión que me dé vueltas sobre las vagas impresiones de las láminas del Dante, que<br />

hojeo aquí en el solitario sitio de nuestras tertulias de la noche, más que ésta: «¡Qué más<br />

da!... Selo tú, si ha de ser alguno el primero fatalmente»... Y una confusa y baja conciencia<br />

en donde está también desnuda Sarah, según la vi en la ducha, como estas bellas<br />

condenadas de Doré, me afirma ahora con bestias complacencias que ella intacta vale más<br />

que la francesa, que Aurora, que<br />

Pura, que la estatuilla de Colombo y que la egipcia de Port-Said...<br />

Bastante más que todas estas hembras de placer del Reus y de los puertos... en la gama tan<br />

diversa de mujeres en cuyo centro están las vírgenes tontas del coronel y en cuyo extremo

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