24.10.2014 Views

San Francisco - Arqueología Ecuatoriana

San Francisco - Arqueología Ecuatoriana

San Francisco - Arqueología Ecuatoriana

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 23<br />

ingresa por un portal de dos arcos de medio punto. Resguardan la entrada dos rejas de hierro, abiertas<br />

las cuales se penetra en una hermosa sala de piedra, espléndidamente adornada con un artesonado<br />

de madera y magníficos cuadros de la época que cubren sus paredes. Estos cuadros están adosados a<br />

los muros formando una galería o pinacoteca, y detenidos con lujosas y adecuadas molduras talladas.<br />

El Convento desarrolla sus construcciones dentro del plan tradicional de los antiguos monasterios<br />

benedictinos: la iglesia orientada y rodeada de sacristía, capillas y otras dependencias para<br />

depósito y servicios; al norte y junto a ella, el Claustro Principal, al que se suman los de la cocina, de<br />

los coristas, noviciado y otros más con numerosas celdas y habitaciones: todo ello entre huertos y<br />

jardines, y rodeado de una gran muralla que lo defiende.<br />

Como es de suponer, el Claustro Principal excede en hermosura a los demás. Alrededor de un<br />

enorme patio de 160 metros cuadrados, corren dos galerías superpuestas: la inferior edificada sobre<br />

104 columnas de piedra, dóricas, de módulo reducido como las empleadas frecuentemente en la arquitectura<br />

medieval, enlazadas por arcos de ladrillo peraltados a la manera morisca; la superior con<br />

sus arcos escarzanos apeados sobre unas columnas cortas, bulbosas, muy originales, inéditas en la<br />

arquitectura clásica europea y que, nacidas en este Claustro, vemos desarrollarse en los conventuales<br />

de la Merced y <strong>San</strong> Agustín de la misma ciudad de Quito, hasta llegar a ser características de toda<br />

la arquitectura colonial sudamericana. Para subir de la galería inferior a la superior hay una elegante<br />

escalera de piedra, cuyas pilastras tienen remates de inequívoco sabor oriental.<br />

En el claustro de la cocina, en cambio, fray Antonio Rodríguez empleó el pilar de planta rectangular<br />

con las esquinas cortadas a bisel, tan profundamente que su sección da casi un octógono regular:<br />

apoyo típico de la arquitectura mudéjar religiosa en la que se emplea sistemáticamente.<br />

Tanto el monasterio como la iglesia conservan y guardan maravillosas obras de arte: cuadros,<br />

estatuas, mobiliario eclesiástico, orfebrería, brocados y bordados de toda clase, y su rica y vieja biblioteca<br />

se enorgullece de poseer no pocas ediciones góticas, algunas de las cuales llevan autógrafos<br />

de fray Jodoco. Guarda también la iglesia el recuerdo de dos personajes unidos a la historia de la<br />

conquista de estos reinos: la capilla llamada de <strong>San</strong>ta Marta y las del Corazón de Jesús y <strong>San</strong> José, la<br />

primera fundada por el célebre Rodrigo de Salazar, y las segundas por la familia del inca Atahualpa.<br />

La capilla es pequeña y tiene tres altares: el frontero, dividido en dos secciones, y dos laterales,<br />

uno de ellos destruido. En uno de los nichos del retablo principal se aloja una estatuita de la virgen<br />

de Pilar de Zaragoza, una de las dos copias auténticas que se han hecho de la conocida imagen obsequiada<br />

a su ciudad natal por el padre Maldonado, quiteño de origen, y que fue Comisario General de<br />

Indias por nombramiento de Felipe IV y confesor de doña Margarita de Austria. Por un documento<br />

que se conserva de esta donación, es muy probable que la copia sea una obra de Alonso Cano. Junto<br />

con este obsequio, regaló también todas las reliquias que existen en dicha capilla, entre las que están<br />

un pantuflo de <strong>San</strong> Pío V y un hábito de <strong>San</strong> Jácome de la Marca. Algunas han desaparecido, entre<br />

ellas un lignum y una santa espina.<br />

La capilla de <strong>San</strong> José, lo mismo que la del crucero dedicada al Corazón de Jesús, fue de la familia<br />

del inca Atahualpa. La primera lo fue hasta mediados del siglo XVII, en que don Carlos Atahualpa<br />

Inca, alcalde mayor de los naturales, se presentó ante los frailes para oponerse a una cesión que<br />

estos habían hecho de dicha capilla a los mayordomos de la cofradía de la Inmaculada Concepción,<br />

don Juan de Ruiz y don Juan Vélez de Zúñiga.<br />

Junto a la iglesia y en el sitio en que se halla el Convento de las Hermanas de la Caridad, fundó el<br />

padre fray <strong>Francisco</strong> de Morales, en 1555, el Colegio de <strong>San</strong> Andrés, que más tarde sería el Colegio de<br />

<strong>San</strong> Buenaventura, por obra y gracia del padre fray Dionisio Guerrero, que recurrió a la caridad pública<br />

para reconstruir el viejo edificio en que antes funcionaba. El Convento e iglesia de <strong>San</strong> Buenaventura,<br />

aunque tenía una autonomía propia, se hallaba, con todo, unido al Convento e Iglesia franciscana, ya<br />

por el coro en la parte de arriba, ya por el corredor que va a lo largo de la iglesia grande, junto y paralelo<br />

al otro que comunica la capilla del comulgatorio con la de <strong>San</strong> Benito. La iglesia de <strong>San</strong> Buenaventura<br />

ha sido totalmente destruida. La entrada que existe intacta, con solo la falta de la estatua en el tímpano,<br />

ofrece un conjunto verdaderamente clásico con su puerta de orden jónico, de jambas sencillas y arco

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!