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San Francisco - Arqueología Ecuatoriana

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UNA HISTORIA PARA EL FUTURO SAN FRANCISCO 91<br />

tres campanas, entre otras la de la capilla de Cantuña. Lamentablemente, este complicado<br />

oficio estaba venido a menos, porque la campana mayor de las torres de la iglesia no pudo<br />

ser reconstruida a falta de un horno suficientemente grande para llevar a cabo la fundición.<br />

Los bienes muebles<br />

Si hasta ahora se ha referido la reconstrucción arquitectónica del Convento, no se puede<br />

pasar por alto varios aspectos relacionados con los bienes muebles de la comunidad.<br />

Hay que indicar, en primer lugar, que, frente a las enormes dificultades padecidas en<br />

el siglo XIX, la riqueza artística del Convento —acumuladas durante los siglos coloniales y<br />

reflejo de su antiguo esplendor— disminuyó considerablemente.<br />

Los intereses de varios sectores por captar las propiedades de la Orden, aprovechando<br />

el momento de crisis, tuvieron mucho que ver con ello. Así, hubo varios intentos del<br />

Gobierno de incautar estos bienes de «manos muertas» 128 , que en parte debieron ser vendidos<br />

a pretexto de evitar el decomiso. Pero también se explica por la disminución de las<br />

rentas, (ya se señaló que parte de la financiación de la reconstrucción del Convento provino<br />

de la enajenación de muchas de las joyas).<br />

Por otro lado, en este período la colección artística del Convento se incrementó muy<br />

poco. Este hecho, relacionado con las circunstancias internas de la Orden, muestra a un nivel<br />

general que «el papel dominante de la iglesia, como protagonista y mayor consumidora<br />

de la obra —de temática religiosa— (...) se ve disminuido por el nuevo orden establecido durante<br />

la República» 129 . A pesar de ello, indudablemente la colección artística de <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong>,<br />

todavía hasta el siglo XIX, constituye una muestra significativa del desarrollo, en general,<br />

de las artes plásticas ecuatorianas. En realidad, la colección cuenta con obras de algunos de<br />

los artistas más representativos de esta época. De manera poco usual, los Libros de Cuentas<br />

testifican la contratación de Rafael y Alejandro, hijo y nieto, respectivamente, de Antonio<br />

Salas, para reparar la pintura del altar mayor y la «hechura» de algunos cuadros.<br />

La obra de los Salas, en la configuración y posterior consolidación de la cultura estética<br />

decimonónica, tuvo enorme trascendencia. Con Antonio Salas una nueva temática<br />

pictográfica —reiterativamente religiosa en la época colonial— irrumpe en las artes plásticas<br />

ecuatorianas. Se trata del retrato, que recogió, normalmente, representaciones de los<br />

nuevos personajes de la vida política y militar del país.<br />

Cabe también resaltar la presencia en <strong>San</strong> <strong>Francisco</strong> de artistas menos conocidos,<br />

cuyo estudio puntual abriría nuevas fronteras al conocimiento del arte ecuatoriano en<br />

este período. Por ejemplo, pintores como Manuel Zambrano, Nicolás Cabrera, E. Tamayo,<br />

Albuja o escultores como Nicolás Salazar o Rafael Cruz.<br />

128) En 1880 el guardián dirigió una carta a la Junta de Beneficencia, señalando que la misma no tenía derecho a hacer<br />

un inventario de los bienes del monasterio ya que «al hacer el inventario de cosas como propias es un acto de<br />

dominio que no se puede concentir». AGOFE, 13-299b [Documentos y papeles varios].<br />

129) Alexandra Kennedy Troya y Alfonso Ortiz Crespo, «Continuismo colonial y cosmopolitanismo en la arquitectura<br />

y el arte desimonónico ecuatoriano», en Nueva Historia del Ecuador, Volúmen 8, Corporación Editora Nacional,<br />

Editorial Grijalvo <strong>Ecuatoriana</strong>, 1990, p. 119.

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