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Francisco Javier Figueras Valero
o Para que la familia sea más feliz, más optimista, más estable. Los
hijos serán más humanos y a su vez, formarán, si nada lo impide,
familias también estables. Significa que la familia está educando a
ciudadanos libres, que piensan, que van a ejercer una labor
creativa, un servicio a la sociedad. El ocio se ha convertido en un
eje fundamental de la sociedad: la gente se diferencia por su
capacidad para elegir el mejor ocio. Hemos de descubrir y asumir
esta realidad.
o El mercado responderá a las exigencias de las familias, y nacerá
también un ocio cada vez de mayor calidad: turismo rural,
naturalismo, acción cultural, acción social, ONG,… Cuando los
padres no se ocupen del ocio de sus hijos (un ocio que sea
relevante, bien elegido, emprendedor, socialmente responsable)
estarán colocando a sus hijos en espacios de exclusión. Ya no se
trata sólo de educar a los hijos en valores y virtudes, sino también
de situarlos en el mundo, en la realidad, en los retos del presente.
o Los padres que abandonen a sus hijos en “las pantallas”, en “el
botellón”, en “el consumismo”, están cortando posibilidades de
sus hijos cara al futuro. Hoy la gran herencia que puede dejar un
padre y una madre a su hijo es una buena educación, una buena
formación. Y esta formación y educación pasa por un ocio y un
tiempo libre de gran calado: de perspectivas de futuro. No sólo en
el plano social y familiar, sino también en el ámbito profesional.
En una palabra: un ocio humano lleva también a los hijos a la
excelencia, los lleva a convertirse en ciudadanos activos e
inteligentes capaces de colaborar en la realización de una
sociedad más prospera y justa.
Algunas orientaciones sobre el uso de las nuevas tecnologías por parte
del alumnado (Televisión, Videojuegos e Internet):
o Rechazar aquellos juegos que se anuncian como violentos.
o Leer la contraportada de la caja del juego y comprobar si en el
desarrollo del juego, con el fin de ganar, se toman decisiones
contrarias a sus principios más elementales.
o Cuidar el entorno. No debe estar la consola o el ordenador en la
habitación del niño, sino en una sala de uso común.
o Establecer un horario. No sirve establecer una cantidad global de
horas. Dejar claro qué días de la semana y a qué horas puede
jugar; establecer reglas para las excepciones.
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