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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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tenían buenas bases para pensar que aún después de haber firmado un pacto de noagresión,<br />

Alemania no había abandonado la idea de expandirse hacia el este. En<br />

vista de la prevaleciente situación internacional, cuando círculos reaccionarios en<br />

países del occidente europeo hacían esfuerzos para estimular un choque armado<br />

entre la URSS y Alemania, la política exterior soviética tenía que ser flexible y<br />

previsiva. Los líderes del Estado soviético hicieron todo lo que estaba en su poder<br />

para no darle a los nazis el menor pretexto de atacar a la URSS. La implementación<br />

leal de todas las obligaciones contraídas al firmar el pacto era prueba convincente de<br />

la actitud del gobierno soviético. Pero para los imperialistas alemanes el tratado con<br />

la URSS era sólo una cortina de humo tras la cual los militaristas nazis preparaban<br />

su gran aventura: la guerra contra la Unión Soviética» 38 Este argumento —la<br />

admisión de que el gobierno soviético sabía que no podía confiar en Hitler a pesar<br />

del Pacto de no-agresión, y que por lo tanto tenía que intentar detenerlo no haciendo<br />

caso y pretendiendo no percibir sus preparativos de guerra— es muy poco<br />

convincente y manifiesta escaso interés de llegar hasta las raíces del problema.<br />

Stalin había querido ganar tiempo, pero Hitler no estaba dispuesto a<br />

concederle todo el tiempo que buscaba. El líder soviético había basado sus cálculos<br />

en la convicción de que —como lo dijo en Marzo de 1939— las democracias<br />

occidentales eran «sin duda más poderosas, económica y militarmente, que los<br />

estados fascistas» 39 . La aplastante derrota de Francia y la expulsión de los<br />

británicos en Dunquerque asombraron al mundo, y seguramente también a Stalin. La<br />

rapidez de los acontecimientos bélicos motorizados por la «Blitzkrieg» había<br />

transformado la faz de Europa en un tiempo muy breve. Stalin se había<br />

comprometido con una política que brindó una ayuda significativa al logro de los<br />

propósitos de Hitler. Para Stalin, conceder que los nazis atacarían masivamente a la<br />

URSS en 1941 implicaba aceptar que su política de pactar con Hitler y alimentar su<br />

maquinaria de guerra había sido un error. Era preferible creer que Hitler acabaría<br />

primero con Inglaterra, que los movimientos de tropas hacia el este no eran más que<br />

una treta destinada a engañar a los británicos e infundirles una falsa sensación de<br />

seguridad, y que los avisos sobre el ataque que se avecinaba contra la URSS no<br />

eran sino «provocaciones» elaboradas por «círculos reaccionarios» deseosos de<br />

fomentar una guerra entre nazis y soviéticos. Como lo expresa el almirante soviético<br />

Kuznetsov: «Stalin veía el tratado de 1939 como un medio de ganar tiempo, pero el<br />

respiro fue considerablemente más corto de lo que había estimado. Su error estuvo<br />

en una apreciación incorrecta de cuándo tendría lugar el conflicto» 40 .<br />

Pocos jefes de Estado han tenido el privilegio de recibir una información tan<br />

acertada y completa sobre un riesgo que les amenaza como lo tuvo Stalin en los<br />

primeros meses de 1941. Las advertencias provenientes de muy diversas fuentes,<br />

____________________________________________________________________<br />

38. R. Ainsztein: «Stalin and June 22, 1941», International Affairs. yol. 42, 1966, p. 663. .<br />

39. Documents on British Foreign Policy, Third Series, London, 1950-53, vol. IV, p. 412<br />

40. Citado por Ainsztein: ob. cit., p. 670<br />

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