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El Plan XVII estaba condenado al fracaso en vista de que sus disposiciones en<br />
cuanto a la distribución real de las fuerzas alemanas eran totalmente erradas. El plan<br />
francés colocaba la mayor concentración de fuerzas frente al flanco izquierdo<br />
alemán, y dejaba contingentes reducidos a lo largo de la vulnerable frontera belga<br />
que sería la que finalmente iba a soportar el peso principal del ataque.<br />
Ambos bandos entraron en batalla convencidos de que la guerra duraría pocas<br />
semanas. Los alemanes creían que el Plan Schlieffen les llevaría a derrotar<br />
prontamente a Francia y volcar de inmediato sus fuerzas sobre Rusia antes de que el<br />
Zar hubiese logrado la movilización total de sus tropas. Los aliados anglo-franceses<br />
compartían ese optimismo y esperaban que el Plan XVII les conduciría a Berlín en<br />
cuarenta y cinco días. Los rusos también confiaban en su capacidad de marchar<br />
hacia Berlín desde el este a través de Prusia oriental. Las visiones predominantes de<br />
la guerra, de la estrategia y la táctica eran aún «napoleónicas»: la llave de la victoria<br />
estaba en concentrarse en el punto decisivo y utilizar la superioridad numérica para<br />
obtener el triunfo.<br />
Mas la guerra no terminó en seis semanas sino que se extendió por cuatro<br />
años hasta quebrar el poder de Europa, en una atroz conflagración que nadie antes<br />
de 1914 había imaginado en toda su ferocidad y amplitud. Las razones de esta<br />
extensión del conflicto fueron diversas; en un principio se enfatizó la ineptitud de los<br />
principales comandantes militares en los distintos teatros de guerra. En Alemania,<br />
Von Moltke fue criticado por errores que supuestamente habían impedido el logro de<br />
una rápida victoria. En primer lugar, Von Moltke había establecido su cuartel general<br />
lejos de los frentes de batalla, lo cual hizo imposible mantener una perspectiva clara<br />
y un control adecuado de los acontecimientos. En segundo lugar, Von Moltke dio a<br />
sus subordinados excesiva libertad de acción, lo cual comprometió la rigidez de<br />
ejecución exigida por el Plan Schlieffen. Por último, quizás el más crucial error de<br />
Moltke fue su decisión de enviar, apenas comenzada la contienda, importantes<br />
contingentes destacados con las fuerzas de choque que atacaron Francia al frente<br />
oriental, en respuesta a las informaciones de una rápida movilización rusa. En este<br />
sentido, el Plan Schlieffen «falló en buena parte debido a que los comandantes<br />
alemanes se asustaron. Enfrentados a los avances rusos hacia el este de Alemania,<br />
ordenaron el envío de refuerzos desde el frente occidental, debilitando así su poder<br />
ofensivo en un momento clave. La ironía de la situación estuvo en que estos<br />
refuerzos se encontraban en tránsito cuando se realizaban batallas en ambos<br />
frentes» 6 . También habría que señalar la obsesión ofensiva de los Altos Mandos<br />
franceses y británico que arrojaron cientos de miles de hombres contra defensas<br />
infranqueables por la infantería en ataques frontales que continuaron hasta el fin de<br />
la guerra, así como también la manifiesta incapacidad de los jefes militares rusos,<br />
que fue una de las principales causas del desastre experimentado por sus tropas en<br />
la batalla de Tannenberg.<br />
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6. H. A. Kissinger: «American Strategic Doctrine and Diplomacy», en M. Howard, editor: The Theory<br />
and Practico of War, Cassell, London, 1965, p. 277.<br />
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