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las cuales de hecho la condujeron a acordar un pacto de no-agresión con la URSS y<br />
a una guerra contra la Gran Bretaña, un poder que Hitler había considerado como<br />
aliado potencial. Autores como A. J. P. Taylor han calificado los proyectos de<br />
conquista y dominación como «fantasías», «sueños diurnos» 25 , y han señalado que,<br />
en la práctica, Hitler demostró ser fundamentalmente un político astuto y cínico, un<br />
oportunista que extraía ventajas de los errores e ilusiones de otros, para extender el<br />
poderío alemán por cauces y con métodos familiares a la historia europea.<br />
Lo que los historiadores como Taylor pierden de vista es que Hitler mismo<br />
había establecido una clara distinción entre el pensador que formula objetivos y el<br />
político práctico que tiene que realizarlos, enfatizando con frecuencia la necesidad de<br />
flexibilidad táctica en la vida política. Como escribió en Mein Kampf: «El teórico de un<br />
movimiento debe establecer los fines, y el político debe luchar para lograrlos. El<br />
pensamiento del primero debe estar guiado por una verdad eterna, las acciones del<br />
otro por la realidad práctica del momento». Y luego, pensando sin duda en sí mismo:<br />
«En ciertos períodos del desarrollo humano, puede una vez ocurrir que el político y el<br />
pensador teórico se funden en un solo hombre» 26 . Hitler se adhirió siempre y en<br />
forma obsesiva a las principales metas de su programa político, pero no así a un<br />
determinado conjunto de medios o de maniobras tácticas específicas; su política<br />
exterior combinaba una total consistencia en los objetivos junto a un completo<br />
oportunismo en los métodos y tácticas de acción, lo cual ha sido en muchas<br />
oportunidades la clave del éxito en esa área.<br />
Como agudamente lo anota Bullock en su artículo sobre Hitler y los Orígenes<br />
de la Segunda Guerra Mundial: «Hitler sólo puede ser entendido si se toma en<br />
cuenta que era al mismo tiempo fanático y cínico, indoblegable en su voluntad y<br />
astuto en sus cálculos, convencido de su rol como hombre del destino y dispuesto a<br />
representarlo con todos los trucos y artificios de un consumado actor. Esos dos<br />
aspectos: el irracional y el calculador, caracterizaron la personalidad de Hitler y lo<br />
apartaron de sus imitadores» 27 . Hitler tenía objetivos fijos, que serían realizados por<br />
una serie de movimientos coordinados, pero no tenía un «plan maestro» en el<br />
sentido que esos movimientos tácticos estuviesen predeterminados en detalle. Esto<br />
permitía que cada fase de acción fuese mantenida en secreto y ejecutada con<br />
flexibilidad. Su táctica le dio grandes éxitos políticos hasta 1939, y, a pesar de que la<br />
gravedad de los riesgos que asumía se acrecentaba más y más, se trataba siempre<br />
de riesgos calculados. Para Hitler, era políticamente razonable suponer que su pacto<br />
con la URSS en 1939 eliminaba toda posibilidad de que los aliados anglo-franceses,<br />
cuyo comportamiento sobre Checoslovaquia en 1938 había dejado tanto que desear,<br />
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25. A. J. P. Taylor: The Origins of the Second World War, Hamish Hamilton, London, 1963, p. 69.<br />
26. Véase A. Hitler: Mein Kampf, ob. cit., pp. 191, 193.<br />
27. Alan Bullock: Hitler and the Origins of the Second World War; en E. M. Robertson (ed.):<br />
The Origins of the Second World War, Macmillan, London, 1973, p. 193.<br />
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