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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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una frase casi idéntica a la citada anteriormente del gran autor prusiano: «No se<br />

conoce ningún conquistador que no haya afirmado de buena fe su amor por la<br />

paz» 44 . En 1940, ante el derrumbe de su gobierno y de su pueblo. De Gaulle apeló a<br />

la voluntad de resistencia y a la legitimidad que proviene de la preservación de la<br />

dignidad nacional. Sus acciones de ese entonces se ven prefiguradas en un<br />

trascendental párrafo de Clausewitz, en el que insiste sobre el poder e importancia<br />

de la voluntad de defensa: «Ningún Estado debe creer que su destino, su existencia<br />

entera depende de una batalla, por decisiva que ésta sea... Siempre hay tiempo para<br />

morir... y está dentro del orden natural del mundo moral que un pueblo trate por<br />

todos los medios de salvarse cuando se ve precipitado al fondo del abismo. Por más<br />

pequeño y débil que sea un Estado con relación a su adversario, no debe nunca<br />

eximirse de un esfuerzo supremo, sin el cual habrá que decir que ya no hay alma en<br />

él» 45 .<br />

No cabe exagerar la relevancia de las reflexiones de Clausewitz. Se trata de<br />

una idea crucial, cuya validez práctica ha quedado demostrada muchas veces en la<br />

historia moderna de la guerra. Desde la resistencia de los pueblos ruso y español<br />

ante Napoleón hasta la lucha de los vietnamitas contra Francia y Estados Unidos,<br />

pueden apreciarse los efectos de una misma voluntad política, el empleo del tiempo<br />

y del espacio entendidos también como dimensiones políticas, para mantener vivo un<br />

ideal y desgastar la voluntad de conquista del enemigo.<br />

En Mayo de 1940, frente al vertiginoso avance de los ejércitos de Hitler, la<br />

duda, el temor, y eventualmente el derrotismo comenzaron a hacer estragos entre<br />

los dirigentes políticos y militares franceses. Con una velocidad y un poder<br />

totalmente imprevistos, la «Blitzkrieg» hitleriana derrumbaba las defensas<br />

construidas luego de años de inercia, dogmatismo y amargas e infructuosas<br />

polémicas internas. La Tercera República caía doblegada por una nueva forma de<br />

hacer la guerra, y en medio de la confusión y el caos, De Gaulle, al mando de un<br />

grupo blindado, trataba de contener en lo posible la avalancha de hombres y tanques<br />

que penetraban Francia. Para el 30 de Mayo la batalla estaba virtualmente perdida,<br />

pero ya en De Gaulle había nacido un propósito: «Ante el espectáculo de este pueblo<br />

trastornado y de esta derrota militar, frente a la insolencia y el desprecio del<br />

adversario, me sentí sobrecogido de una furia sin límites. La guerra comienza<br />

infinitamente mal, mas es necesario que continúe. Para ello hay espacio en el<br />

mundo. Si vivo, combatiré, donde sea y por el tiempo que se requiera hasta que el<br />

enemigo sea derrotado y limpiada la mancha nacional. Lo que yo haya podido hacer<br />

a continuación, lo decidí aquel día» 46 . La resolución fue tomada el 16 de Mayo; la<br />

noche del 5 de Junio, Paúl Reynaud nombró a De Gaulle Subsecretario de Estado<br />

para la Defensa, incorporándolo así al Gabinete y al principal centro de toma de<br />

decisiones.<br />

___________________________________________________________________<br />

44. De Gaulle: Le Fíl..., p. 134.<br />

45. Clausewitz: «De la Guerra»; citado por R. Aron: Penser la Guerre: Clausewitz, vol. II, Gallimard,<br />

Paris, 1976, p. 100.<br />

46. De Gaulle: L´Appel, ob. cit., pp. 42-43<br />

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