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itánica. El Gabinete, presidido por Churchill, consideró una petición francesa que<br />
buscaba tender puentes hacia Mussolini y «comprarlo». Lord Halifax, en ese<br />
momento Ministro de Asuntos Exteriores, planteó a Churchill la siguiente pregunta: si<br />
el Primer Ministro estuviese satisfecho de que «los asuntos vitales para la<br />
independencia del país», no se verían negativamente afectados, ¿discutiría entonces<br />
términos de paz? Churchill respondió que «estaría agradecido de superar nuestras<br />
presentes dificultades a través de esos términos, siempre que retuviésemos los<br />
elementos esenciales de nuestra fuerza vital, aun al costo de alguna concesión<br />
territorial». Y posteriormente Churchill dijo que: «Si Hitler estuviese dispuesto a hacer<br />
la paz en términos de la restauración de colonias alemanas y el control de Europa<br />
Central, eso es una cosa. Mas es poco probable que llegue a hacer tal oferta» 29 .<br />
¿Un instante de debilidad?, ¿frases dichas a la ligera y con escasa convicción? Lo<br />
cierto es que Churchill añadió que aun cuando no estaba dispuesto a unirse a<br />
Francia en pedir términos para un armisticio, se hallaba preparado a considerarlos si<br />
se le hacían saber. Puede lucir extraño, pero era Churchill el que con estas<br />
intervenciones se mostraba listo a pensar en una «paz» que inevitablemente habría<br />
dejado a Hitler como dueño de la mitad de Europa y habría implicado también la<br />
pérdida de territorio británico. La idea corriente de que una vez nombrado Primer<br />
Ministro Churchill estuvo plenamente decidido a luchar sin vacilaciones hasta que<br />
toda Europa fuese liberada, no puede sostenerse en forma pura y definitiva. Hubo<br />
dudas, pero duraron poco gracias a la ilimitada ambición de conquista de Hitler.<br />
Una vez envuelto en el torbellino de la guerra, Churchill retomó a su<br />
concepción de «victoria a toda costa», que más tarde se tradujo en una política de<br />
«rendición incondicional» cuya expresión militar era el bombardeo estratégico contra<br />
Alemania. Esta política, que recibió el más total respaldo de una abrumadora<br />
mayoría del pueblo británico, fue criticada aun durante la guerra por hombres de la<br />
talla de Liddell Hart, quien consideraba que no tenía sentido combinar el bombardeo<br />
estratégico —que afectaba gravemente a la población civil— con una política de<br />
«rendición incondicional». Esa combinación sólo iba a traer como consecuencia un<br />
endurecimiento de la resistencia alemana, y conduciría al pueblo de ese país a<br />
plegarse todavía más estrechamente a Hitler y a su régimen como únicas vías para<br />
la supervivencia nacional. Lieddell Hart pensó enviar a Churchill un memorando<br />
sobre el asunto, pero después cambió de idea ya que «su mente (la de Churchill)<br />
tiene una estructura tan destructiva que muy difícilmente puede ser penetrada por<br />
una visión tan diferente de las cosas» 30 .<br />
Liddell Hart no tenía una perspectiva clara acerca de la naturaleza del régimen<br />
nazi, el carácter ilimitado de los objetivos de Hitler, y el estado de ánimo del pueblo<br />
británico que estaba decidido a acabar con todo lo que el «tercer Reich»<br />
representaba, y esperaba lo mismo de sus líderes. «Victoria a toda costa» era de<br />
hecho la política de las masas británicas, y si ese pueblo pagó un precio muy alto por<br />
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29. Citado por D. Dilks: «Allied Leadership in the Second World War: Churchill)», Survey, vol. 21,<br />
núm. 1, 2, 1975, pp. 20, 21.<br />
30. Véase B. Bond: Liddell Hart..., ob. cit., p. 146.<br />
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