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A partir de esa fecha, Alemania empezó a armarse para una guerra larga y a<br />
abandonar las políticas económicas que hasta entonces había seguido.<br />
En vista de que Alemania tenía ahora que prepararse para una guerra larga<br />
contra poderes económicamente más poderosos, ¿cómo pensaba Hitler ganarla?<br />
Las nuevas circunstancias impusieron un cambio de perspectiva en los planes de<br />
Hitler; el fracaso de la «Blitzkrieg» en Rusia le llevó a depositar su confianza en la<br />
superioridad cualitativa de la tecnología alemana sobre la de sus adversarios. Hitler<br />
asumió que sería posible para la tecnología alemana mantener una ventaja<br />
constante sobre la de sus enemigos en el ramo armamentista; no quedaba otro<br />
remedio que conceder la superioridad cuantitativa de la producción de armamentos<br />
de sus oponentes, no obstante, Alemania era capaz de ganar una guerra de<br />
producción en masa dirigiendo su ciencia y su tecnología a la tarea de mantener<br />
superioridad cualitativa en un conjunto de armamentos claves.<br />
Durante esta segunda fase de su economía de guerra, Alemania logró<br />
importantes éxitos en el campo del desarrollo armamentista, pero éstos nunca<br />
llegaron a tener los efectos decisivos que Hitler esperaba. A medida que las derrotas<br />
nazis se hacían más severas, también aumentaban las expectativas de que las<br />
nuevas armas se mostrasen capaces de torcer el rumbo de la guerra y devolver a<br />
Alemania la iniciativa militar. Las bombas V-l y V-2, los tanques «Tigre» y «Pantera»<br />
para la confrontación con la URSS y en África, nuevos torpedos para los submarinos<br />
tipo «U» y otros inventos llegaron a convertirse en verdaderas panaceas a ojos de<br />
los líderes nazis, que ya podían percibir en el horizonte las consecuencias que una<br />
derrota traería para ellos y su país.<br />
Hitler era particularmente propenso a exagerar las potencialidades de las<br />
nuevas armas y a depositar en las mismas esperanzas excesivas. En numerosas<br />
ocasiones la influencia personal de Hitler fue crucial para la ejecución de programas<br />
que condujeron a importantes mejoramientos e innovaciones en el arsenal de guerra<br />
alemán. No obstante, los errores del jefe nazi en este campo fueron también<br />
apreciables; en sus Memorias, Albert Speer llega a decir que: «Hitler tenía una<br />
desconfianza esencial hacia todas aquellas innovaciones que como en el caso de los<br />
aviones jet o las bombas atómicas trascendían los límites de la experiencia técnica<br />
recogida por la generación de la Primera Guerra Mundial, a la que Hitler pertenecía,<br />
y presagiaban una era que no llegaría a conocer» 38 . Es posible que en este párrafo<br />
el ex-ministro de armamentos nazi haya exagerado un poco los obstáculos y<br />
dificultades que en diversas oportunidades Hitler interpuso en el camino del<br />
desarrollo tecnológico de la industria de guerra alemana. No obstante, la afirmación<br />
de Speer apunta hacia un problema central de la noción de superioridad cualitativa:<br />
este concepto resultaba inútil si se le confinaba únicamente a los procesos de<br />
desarrollo y producción de armamentos; la superioridad tenía que extenderse<br />
también a la esfera del uso práctico de los armamentos producidos, y en este campo<br />
existía una ruptura casi total entre las decisiones económicas y las decisiones<br />
estratégicas.<br />
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38. Albert Speer: Inside..., ob. cit., p. 494.<br />
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