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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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Mientras la proposición era traducida al ruso, Churchill extendió una hoja de papel<br />

que contenía este proyecto de partición:<br />

— RUMANIA:<br />

Rusia............................................................. 90%<br />

Los otros...................................................... 10%<br />

— GRECIA:<br />

Gran Bretaña (de acuerdo con EEUU)....... 90%<br />

Rusia......................................................... 10%<br />

— Yugoslavia............................................ 50%-50%<br />

— Hungría.................................................. 50%-50%<br />

— Bulgaria:<br />

Rusia........................................................... 75%<br />

Los otros.................................................... 25%<br />

Luego de una pausa, Stalin tomó un lápiz y marcó el papel con un signo<br />

aprobatorio. Todo quedó listo en pocos segundos. Churchill entonces preguntó:<br />

«¿No se pensará que ha sido más bien cínico que nosotros hayamos dispuesto<br />

estos asuntos, que afectan a tanta gente, de una manera tan casual y ligera? Mejor<br />

quemamos el papel.» Y Stalin replicó: «No guárdelo usted» 34 .<br />

En la medida en que Stalin tomó en serio el gesto de Churchill fue también<br />

víctima del engaño del estadista que pretende manipular inacabablemente la realidad<br />

socio-política de pueblos enteros, como si el control de la misma fuese tan sólo un<br />

problema de voluntad individual. Churchill actuaba impulsado por el deseo de<br />

obtener un arreglo diplomático antes de que el desarrollo de los acontecimientos le<br />

dejase sin cartas de negociación. Gran Bretaña estaba ganando la guerra junto a sus<br />

aliados, pero el precio había sido el agotamiento del país y la irremisible erosión de<br />

su poderío mundial. Las maniobras de Churchill en las postrimerías del conflicto eran<br />

como si «el conductor de un automóvil que se dirigiese sin control a una dirección<br />

desconocida por una gran pendiente montañosa tratara desesperadamente de asir el<br />

volante, porque si sólo lograra hacer esto su caída inevitable representaría el orden y<br />

no el caos» 35 .<br />

___________________________________________________________________<br />

34. W. S. Churchill: The Tide of Victory. Cassell, London, 1964, pp 200 201<br />

35. En estos términos se refiere Kissinger a Metternich: ob. cit., p 266. '<br />

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