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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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diversos países, hay que buscarlas en la naturaleza expansionista de la política<br />

exterior de las potencias de la época y en las exigencias que ella imponía a los<br />

establecimientos militares. Las metas expansionistas de las potencias europeas, y<br />

particularmente de Alemania, implicaban el diseño de una estrategia ofensiva. Las<br />

doctrinas militares oficiales tenían que estar en armonía con el carácter de las<br />

políticas a las que iban a servir como instrumento. Por otra parte, el exacerbado<br />

nacionalismo, pleno de distorsionadas concepciones sobre «superioridad racial» y<br />

otros mitos del darwinismo social, influyeron grandemente en las teorías militares,<br />

que incorporaron la idea de que «el ataque es la mejor forma de defenderse» y la<br />

ofensiva a ultranza la única doctrina de guerra apropiada para una nación consciente<br />

de su dignidad.<br />

Los partidarios de la ofensiva no ignoraron del todo los problemas creados por<br />

las nuevas armas en el campo de batalla, pero asumieron que la voluntad, la<br />

energía, la decisión y el coraje de los hombres se sobrepondrían a las dificultades,<br />

imponiéndose finalmente en ataque frontal. El impacto de estas ideas fue<br />

particularmente acentuado en Francia, y una de sus más extremas expresiones se<br />

encuentra en el libro del coronel Ardant Du Pícq titulado Estudios de Batalla, que<br />

tuvo gran influencia entre la oficialidad francesa antes de 1914. Du Picq, así como<br />

otros promotores de las tácticas ofensivas, comprendía que debido a los problemas<br />

creados por el poder de fuego de las nuevas armas se hacía más difícil para los<br />

oficiales conducir a sus hombres en batalla abierta. Su conclusión fue que sólo la<br />

«energía interna» de un todopoderoso «espíritu ofensivo» podía dar movilidad y<br />

capacidad de ataque a los ejércitos de masas. El problema de la motivación<br />

sicológica del soldado común y corriente ocupa lugar primordial entre las<br />

consideraciones de Du Picq, quien sostuvo que un ataque tiene éxito cuando los<br />

defensores del bando opuesto se convencen, abrumados por el arrojo y heroísmo de<br />

los atacantes, que su fuego no puede detenerlos. La conquista de ese arrojo a toda<br />

prueba es entonces requisito indispensable para la victoria.<br />

En la obra de Du Picq, el análisis científico de la batalla en las nuevas<br />

condiciones tecnológicas es en gran parte sustituido por la propaganda y los slogans<br />

acerca del «élam», del «espíritu de combate» y el arrojo característico del soldado<br />

francés. La escuela de pensamiento militar francesa promotora de la ofensiva a<br />

ultranza se inspiró en Du Picq y encontró en el General Foch a su máximo<br />

exponente. Foch sostuvo que «cualquier mejoramiento en las armas de fuego resulta<br />

en última instancia en el fortalecimiento de la ofensiva» 1 . Oficiales como Du Picq,<br />

Foch y sus discípulos tomaban poco en cuenta el comprobado efecto de la nueva<br />

tecnología de armamentos y se concentraban en la movilidad de los ejércitos sin<br />

formularse una pregunta clave: ¿cómo hacer físicamente posible la movilidad de las<br />

tropas bajo el fuego de las armas modernas?; ¿qué ocurriría si los defensores se<br />

atrincheraban para disparar desde posiciones guarnecidas?<br />

____________________________________________________________________<br />

1. Véase Theodore Ropp: War in the Modern World, Collier Books, N. Y., 1971, pp. 216-217.<br />

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