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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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«La némesis del poder —escribe Kissinger— reside en que el confiar en él,<br />

excepto en manos de un maestro, tiende más a provocar una contienda armada que<br />

el autodominio» 16 . Bismarck creía que una evaluación correcta del poder como<br />

medio desembocaba en una doctrina de auto limitación; Hitler exaltaba el poder<br />

hasta el paroxismo, y el poder mismo era su doctrina. El general Von Manstein, tal<br />

vez el más eficiente de los generales al servicio de Hitler, escribió que «Hitler era un<br />

hombre que sólo reconocía el principio de la lucha extrema y brutal. Su pensamiento<br />

estaba gobernado por la imagen de grandes masas de soldados enemigos<br />

desangrándose ante nosotros, y no por la imagen del elegante espadachín que sabe<br />

en ocasiones apartarse, para luego dar una limpia estocada con mayor seguridad. Al<br />

concepto del arte de la guerra, Hitler opuso el de la fuerza más cruda, y la idea de<br />

que la efectividad de esa fuerza estaba garantizada por la voluntad que la<br />

impulsaba» 17 . Después de haber ejercido hábilmente ese arte, Hitler se deshizo de<br />

la destreza política, arrojó por la borda todo sentido de los límites de la acción, y dio<br />

rienda suelta a su culto por la fuerza. Sus compromisos ideológicos, que más bien<br />

cabría llamar dogmas, sobre las «razas inferiores», la «superioridad aria», etc.,<br />

ahogaron su destreza; por último, sucumbió en la «némesis del poder».<br />

Ver en Hitler simplemente a un sicópata y un paranoico sería pasar por alto el<br />

hecho de que por muchos años, desde los comienzos de su carrera política hasta las<br />

postrimerías de la guerra, fue capaz en múltiples ocasiones de actuar basándose en<br />

evaluaciones objetivas y «racionales» de muy diversas situaciones. Ciertamente,<br />

como señala Speer, «los generales en particular no estuvieron sobrecogidos por una<br />

fuerza despótica durante toda una década; ellos obedecían a una personalidad<br />

impactante, capaz de argumentar con coherencia» 18 . En Hitler coexistían un político<br />

y un aventurero; al final de su carrera, el aventurero se sobrepuso al político, sus<br />

obsesiones ideológicas y sus fantasías le envolvieron y cometió graves errores que<br />

eventualmente le condenaron. Tal vez esos errores fueron, sin embargo, los de un<br />

jugador que sabe que esté apostando el todo por el todo, en una aventura ilimitada.<br />

____________________________________________________________________<br />

16. Ibid., p. 922.<br />

17. Citado por Stern: ob. cit., p. 223.<br />

18. Albert Speer: Spandau..., ob. cit., p. 53.<br />

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