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Según Von Manstein, esa capacidad para descubrir las potencialidades<br />
operacionales de un plan ofensivo era sin duda una de las principales cualidades de<br />
Hitler como jefe militar. Hitler poseía igualmente una memoria muy retentiva y gran<br />
imaginación que le permitían asimilar una amplia gama de cuestiones técnicas<br />
militares, en especial en lo referente a problemas de armamentos. A los defectos ya<br />
mencionados: desconfianza en si mismo al ejecutar planes, sobreestimación del<br />
poder de la «voluntad», minimización de las potencialidades enemigas y tendencia a<br />
no tomar en cuenta los hechos y de guiarse por apreciaciones subjetivas, etc..<br />
Manstem añade dos más de mucha importancia. En primer lugar, el gran interés de<br />
Hitler por los asuntos técnico-militares le llevaba a sobrevalorar la eficacia de sus<br />
propios recursos; como resultado, pretendía en ocasiones «que apenas unos<br />
cuantos destacamentos de cañones de asalto o tanques podrían restaurar<br />
situaciones en las cuales sólo grandes cuerpos de tropas tendrían alguna<br />
perspectiva de éxito». En segundo lugar, Hitler tenía poco conocimiento de los<br />
problemas de despliegue de reservas, almacenamiento y distribución de suministros,<br />
organización y logística en general, y restaba usualmente importancia a estas<br />
cuestiones, lo cual, como se vera mas adelante, tuvo graves consecuencias durante<br />
la invasión a la URSS: «Hitler no apreciaba correctamente el hecho de que cualquier<br />
operación ofensiva de largo aliento exige un progresivo suministro de tropas y<br />
materiales por encima de aquellos comprometidos en el asalto original» 45 .<br />
Ciertamente, uno de los problemas de la «Blitzkrieg» se hallaba en que, si la<br />
ofensiva inicial se extenuaba sin lograr un éxito decisivo, no quedaban suficientes<br />
reservas para mantener un ritmo ascendente de ataque y las alternativas se reducían<br />
a «todo o nada».<br />
Por otra parte, como se señaló anteriormente, si bien los esquemas<br />
operacionales de Hitler eran con frecuencia imaginativos y audaces, su ejecución de<br />
los mismos, en ocasiones, era tímida y caracterizada Por la inconsistencia y la duda.<br />
En oportunidades, como indica Van Creveld, Hitler estuvo a punto de arruinar<br />
campañas enteras debido a una falta de confianza en sí mismo que se revelaba en<br />
momentos cruciales. Durante el ataque a Noruega en 1940, Hitler casi rescindió las<br />
órdenes de tomar el importantísimo puerto de Narvik al norte, y sólo con grandes<br />
dificultades se le persuadió de no hacerlo. En el transcurso de la campaña contra<br />
Francia, una vez que las unidades «Panzer» habían penetrado profundamente el<br />
frente enemigo tal como él había originalmente querido, Hitler comenzó a<br />
preocuparse por la defensa de los flancos y ordenó a sus blindados detenerse ante<br />
Dunquerque, otorgando así a la Fuerza Expedicionaria Británica una inmejorable<br />
ocasión de escapar: «la audacia de sus planes no se correspondía a la timidez de su<br />
ejecución, mostrando así la falta de confianza que yacía bajo una apariencia de<br />
seguridad... Al igual que Ludendorff antes que él Hitler tendía crecientemente a<br />
interferir en el comando operacional para apaciguar sus propios nervios.<br />
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45. Eric Von Manstein, ob. cit., p. 275.<br />
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