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LDERES EN GUERRA: - Aníbal Romero

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«Para que el esfuerzo valiese la pena había que mantener en guerra no solamente a<br />

los franceses, sino a Francia» 50 ; y esto podía lograrse mediante el desafío de un<br />

solo hombre: «Frente al vacío espantoso de la renuncia general, mi misión se me<br />

apareció de un solo golpe clara y terrible. En ese momento, el más grave de su<br />

historia, me correspondía a mí asumir a Francia» 51 .<br />

El 17 de Junio a las 9 de la mañana, sin el conocimiento de las autoridades,<br />

De Gaulle abordó el pequeño avión británico que le llevaría a Londres. Como<br />

escribió Churchill años después, en ese endeble aeroplano «De Gaulle transportaba<br />

el honor de Francia». A partir de ese instante, ese desterrado General, de mirada<br />

taciturna y rostro tenso, desconocido en su propio país, abrió una página legendaria<br />

en la historia: «por limitado y solitario que estuviese, y justamente por ello, me era<br />

indispensable ganar las alturas y no descender nunca más» 52 . El 18 de Junio,<br />

hablando a través de la BBC de Londres, De Gaulle lanzó su famoso «llamado» a<br />

sus compatriotas y se convirtió así en el primero de los resistentes. Ese fue su gran<br />

acto histórico; De Gaulle se transformó en símbolo que encarnaba «la figura de una<br />

Francia indomable en medio de las pruebas», todo lo cual «imponía a mi personaje<br />

una actitud que ya no podría cambiar», y que era como «una especie de<br />

sacerdocio» 53 .<br />

De Gaulle había esperado una respuesta favorable a su llamado de parte de<br />

todo el Imperio francés; no obstante, en un principio sólo le siguieron las colonias del<br />

África Ecuatorial. Por otro lado, una parte sustancial de la opinión pública francesa<br />

parecía convencida de que Hitler había ganado la guerra y era preferible para<br />

Francia adaptarse de la mejor manera posible a las circunstancias. En tal situación,<br />

se hacía aún más difícil para De Gaulle hacer valer su demanda de representar a<br />

Francia. Sólo un hombre de muy profundas convicciones, de una gran seguridad en<br />

sí mismo y de extraordinaria fuerza interior pudo haber logrado imponerse en esas<br />

condiciones; y es evidente que tal fuerza provenía del sentimiento de ser el<br />

instrumento de un destino superior: «en el centro de la turbulencia, me sentía cumplir<br />

una misión que sobrepasaba con mucho a mi persona» 54 . Una vez que cruzó el<br />

Canal de la Mancha, De Gaulle se convirtió en Francia, y nunca más cesó de serlo.<br />

En 1942, molesto ante las altivas exigencias del rebelde a quien tanto había<br />

ayudado, Churchill dijo a De Gaulle: «Después de todo, ¿es usted Francia? Puede<br />

que haya otros grupos en el país que sean llamados, en el momento oportuno, a<br />

ocupar un lugar más importante que el que ahora tienen.» Y De Gaulle respondió:<br />

«Si yo no represento a Francia ¿para qué entonces discutir conmigo?» Este<br />

intercambio revelaba a la vez la debilidad y la fuerza de De Gaulle. El no era el jefe<br />

de un partido, no tenía grandes ejércitos bajo su mando, el gobierno «legal» de su<br />

país —que convivía con los alemanes— le había condenado y proscrito, su única<br />

____________________________________________________________________<br />

50. Ibid., p. 88.<br />

51. Ibid., p. 94.<br />

52. Ibid., p. 90.<br />

53. Ibid., pp. 141-167.<br />

54. De Gaulle: L´Unité, Pión, París, 1973, p. 316<br />

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